Sigmund Halstuch / Colombia

Transcripción

“Hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse, una condición humana más miserable no existe y no puede imaginarse. No tenemos nada nuestro, nos han quitado las ropas, los zapatos, hasta los cabellos; si hablamos no nos escucharán, si nos escuchasen no nos entenderían. Nos quitarán hasta el nombre y si queremos conservarlo, deberemos encontrar en nosotros la fuerza de obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo que hemos sido, permanezca.”

(Primo Levi, Si esto es un hombre, 1958)

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HUELLAS PARA NO OLVIDAR

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—Sigmund Halstuch. Sobreviviente del Holocausto—

Cuando estalló la guerra, primero entraron a la ciudad los rusos, la Unión Soviética, estuvieron del ‘39 hasta el ‘41, porque a Polonia la dividieron entre Rusia, o sea, la Unión Soviética y Alemania.

En el ‘41 estalló la guerra entre ellos, entonces al poco tiempo entraron los alemanes a la ciudad; al poco - poco, unas semanas, al principio cuando lo grave, entraron a la casa unos muchachos jóvenes de la Gestapo.

Yo estaba sentado en el balcón leyendo un libro cuando de repente vi a dos muchachos esos de la Gestapo pegándole a mi mamá, y ella trató de defender al marido que lo cogieron, y cogieron e iban a pegarle con un revólver. Eso fue la peor escena a la vista. Se llevaron a mi papá y mi hermano... Yo no me di cuenta cómo pero se lo llevaron.

Al poco tiempo nos obligaron a ir a vivir en un ghetto, que eran unas calles donde permitían a los judíos vivir no más. Estuve allá. A los… como menos de un año, hicieron una, lo que llaman acción, entraron y se llevaron un poco de gente; se llevaron a mi hermano, a mi abuela y mi tía. A mi hermano lo soltaron porque dijeron que disque era para trabajo, era joven; y los abuelos, las abuelas, se las llevaron, supimos después, que los llevaron en trenes como de ganado… porque dos muchachas jóvenes lograron saltar del tren por el camino, y nos contaron que la abuela se asfixió y se murió allá; y no supimos nada; después supimos que los llevaron a unos campos de exterminio donde los mataron con gas.

Entonces inmediatamente nos mandaron a un ghetto más pequeño donde estuvimos sobreviviendo. Entraron al ghetto y se llevaron a mi hermano. A mi hermano se lo llevaron a un campo de trabajo donde lo mataron también.

 

Imaginaos ahora un hombre a quien, además de a sus seres amados, se le quiten la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee. Será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo, fácilmente le sucede perderse a sí mismo.

…Comprenderéis ahora el doble significado del término: “Campo de aniquilación”

(Primo Levi, Si eso es un hombre, 1958)

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Mamá quería suicidarse. Andábamos con veneno en el bolsillo, cianuro de potasio, que eso era lo más escaso que había pero la señora del laboratorio que era muy amiga los consiguió; pero yo le decía a mi mamá que yo quería vivir. Ella no quería. Perdió a la hermana, perdió al hijo, perdió al marido, pero tanto hablé que – habló una odontóloga amiga y le comentó, entonces ella dijo: “Yo tengo un campesino que me quiere esconder, hablen con él a ver si… si él los esconde.”

Entonces una noche salimos del ghetto, fuimos allá, era a unos kilómetros fuera de la ciudad allá. Hablamos con él y dijo que sí. Entonces, ya viendo que casi iban a acabar con matar a todos, salimos, estuvimos allá, fuimos, y estuve allá primero en un establo donde me acuerdo; después, como nueve meses algo, un hueco, mejor dicho él separó en un taller que él tenía allá, hizo a 80 centímetros una pared falsa y abrió como un túnel desde la alcoba de él, debajo de la cama, para pasar a ese espacio; y allá estuvimos como nueve meses sin salir, sin ver luz, nada; sufriendo de hambre muchas veces, porque cuando la señora del que nos escondió, peleaba con él, no nos daba de comer a nosotros. Entonces… pero gracias a Dios allá nos salvamos. Comiendo por mucho dos veces al día, pero por lo general una vez al día, 9 – 36 horas. Oscuridad, frío, humedad, pero gracias a Dios puedo contarlo.

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Observando conmemoraciones realizadas anteriormente, quisimos pasar de un simple acto social a una acción. El propósito es dejar un legado para las futuras generaciones.

Es así como se diseñó el proyecto HUELLAS PARA NO OLVIDAR.

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Huellas de Sobrevivientes:

Testimonio que el pueblo de Israel vive y se multiplica como las arenas del mar y las estrellas del cielo.

Génesis 22:17

Dr. William Soto

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El proyecto consiste en construir placas conmemorativas, en donde queden plasmadas las huellas de las manos de sobrevivientes del Holocausto.

La prueba de supervivencia incluye las huellas de un hijo y un nieto, para completar tres generaciones.

De esta forma se recuerda al mundo la evidencia de este hecho trágico, para que no se olvide. Y se llama la atención a estar atentos para evitar que se repita.

Las placas serán fijadas en diversos lugares por donde circule gran cantidad de público, como universidades, bibliotecas, plazas, instituciones gubernamentales, religiosas y militares. También se construirán placas que estarán rotando en diversas embajadas, museos y salas de exposición.

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LA ESTRELLA DE DAVID

Es uno de los símbolos más antiguos y de mayor identificación del pueblo de Israel.

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Para esta primera placa, el señor Sigmund Halstuch, sobreviviente del Holocausto, junto a su hijo Carlos y su nieto Yoel, impusieron sus huellas.

 

¿Qué significó para usted poner sus manos sobre esta placa conmemorativa?

Uno siente, pues, impresión... tristeza por la familia que perdí, pero a la vez contento de vivir con mi hijo, y con mi nieto más que todo, dejándome familia. Pero siempre queda uno… pues cómo debía explicar… entre tristeza por lo que perdí y entre felicidad de lo que tengo.

—Sigmund Halstuch—

¿Qué tan importante fue poner sus huellas sobre esta placa?

Digamos, eso es parte de la responsabilidad que yo siento. ¿Por qué responsabilidad? Porque es una obligación mía, una obligación moral mía, seguir… más que seguir, contarle al mundo que pasó esto. Hay gente que no lo sabe, o hay gente que lo sabe y pues no es importante. Todavía hay movimientos que tratan de negar la existencia de la – del Holocausto.

Si en este momento que todavía tenemos sobrevivientes, que pueden llegar y pararse y decir: “¿Sabe qué? Yo pasé por esto, a mí me pasó esto,” contar sus historias. ¿Qué pasará el día que ellos no estén?  Estos movimientos podrán llegar y decir: “¿Sabe qué? Eso no pasó, eso es una invención de la historia.” Si no estamos nosotros los sobrevivientes para decir: “¿Sabe qué? No se atrevan a decirlo.” Bueno, van a poder hacerlo.

—Carlos Halstuch. Hijo de sobreviviente del Holocausto—

¿Qué piensas del Holocausto?

No se puede olvidar nunca. Si pasa otra vez, para mí sería como el fin del mundo.

Me siento muy feliz de verlo porque si él no hubiera sobrevivido, mi papá no hubiera estado aquí y yo no hubiera estado aquí. De verdad no me puedo expresar por la felicidad que tengo que ellos hayan sobrevivido.

—Yoel Halstuch. Nieto de sobreviviente del Holocausto—

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El jueves 19 de enero, con la presencia del Director de la campaña “Alcemos nuestra voz: Paz en Tierra Santa”, sobrevivientes del Holocausto, líderes políticos, académicos, eclesiásticos y empresarios, en la Embajada de Polonia, junto a la puerta principal, se llevó a cabo el ceremonial del descubrimiento de ésta, la primera placa conmemorativa.

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—Dr. William Soto. Presidente de la campaña “Alcemos nuestra voz: Paz en Tierra Santa—

Al descubrir esta placa queremos contribuir a preservar, para memoria de las futuras generaciones, los hechos que ocurrieron durante la Segunda Guerra Mundial, principalmente en contra del pueblo judío, y que ahora se conocen bajo el término de Holocausto o Shoá. Esta placa es solo un mecanismo que debería ayudarnos a aprender, a recordar las lecciones de la historia, y ser eficaz e impedir que hechos tan atroces puedan ocurrir de nuevo.

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—Dra. Stella Coiffman. Directora del grupo Zajor—

A nivel personal me impacta mucho porque estuvo constante la  imagen de mis papás que fueron sobrevivientes de la guerra, y creo que estarían muy orgullosos. Creo que hace 10-15 años, nadie hubiera imaginado que en la Embajada de Polonia se pusiera una placa conmemorando el Holocausto. De manera que pienso que es muy importante. Estoy profundamente agradecida, estoy muy conmovida, y ojalá sigamos haciendo cosas de este talante.

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Luego de ser exhibida por un tiempo, esta placa conmemorativa pasará a ser expuesta en las instalaciones de la Embajada de Alemania; y de ahí pasará a otras embajadas.

Sigmund Halstuch, Carlos su hijo, y Yoel su nieto, hacen parte de las voces de aquellos que habiendo sufrido el Holocausto, han quebrado el silencio, se han rebelado contra el olvido.

Porque la historia tiende a repetirse: Estemos vigilantes para evitar que hechos como estos vuelvan a ocurrir.