Ana Cziszler / Colombia

Transcripción

ANA CZISZLER

Colombia

 

Yo nací en Rumania, en la calle de Rumania, en una ciudad Șimleu Silvaniei; es una ciudad chiquita, era del barrio, y allá me crié y allá sufrí, y de allá me llevaron para matarme, pero me salvé; me llevaron a Auschwitz, y allá estuve un buen rato hasta que se terminó la guerra.

De allá regresamos 106, empezamos una nueva vida, nuevos problemas; y así pasé los últimos años, envejeciéndolos. La juventud era muy sufrida y era muy difícil, perdimos toda familia, quedamos no más dos hermanos, que uno está en Estados Unidos y yo, de familia grande quedamos los dos, los otros los mataron.

Mi infancia era como todos los chiquitos, pero teníamos que ayudar mucho porque la familia nuestra era grande, siete hermanos; y nosotros, yo, con otra hermana que sobrevive en Estados Unidos, los que sobrevivimos de los siete; y trabajando. Cada uno tenía, mi papá tenía negocio, y nosotras las hijas grandes ya ayudábamos porque éramos siete hermanos. Entonces, como todo niño, crecimos y fuimos al colegio pero no más; no fuimos a colegio alto porque éramos de edad, eso había que trabajar y cuidar - ayudar a los padres a crecer los niños con nosotros, los hermanitos.

Los rumanos, los de Rumania, eran mucho más tranquilos; y uno los quería más, como judío, que a los húngaros que era más peor; sí, pero sobrevivimos con ellos que trabajamos duro. Entonces, usted sabe que los enemigos son - a los pobres no les toca con los enemigos mucho porque no tiene qué hacer; nos tocó trabajar duro hasta que nos llevaron una noche, y nos llevaron hasta Auschwitz directamente, en tres días en un tren.

Cuatro días, sin comida, sin dormida, uno encima de otro, y nos llevaron; y cuando nos bajaron nos separaron a los padres, que los llevaron a matar porque eran mayores; y nosotros tres nos salvamos, un hermano y una hermana; mi hermana era mayor y mi hermano menor, viven en Estados Unidos, ellos viven allá; y yo me quedé aquí no más.

Mis hermanos eran menores, cinco hermanos más chiquitos, y nosotros tres mayores, ocho hermanos éramos; y con mi mamá los llevaron y los mataron allá mismo en esta... cuando llegamos a Alemania, nos llevaron a Alemania; de aquí de Rumania nos llevaron hasta Alemania, y allá mismo nos repartieron, únicamente sobrevivió un hermano menor y mi hermana mayor.

Era mucho sufrimiento, muchas dificultades. Yo era menor, ¿no?, mi hermana era mayor, y teníamos que trabajar muy duro, en distintos trabajos; y nos dieron comida muy poquito, un pan para el día y un vaso de agua caliente; pero sobrevivimos porque éramos bien avispados, y en el trabajo rompimos la hierba y comimos, y todo lo que se podía para sobrevivir, porque la comida que nos dieron era muy poquito, muy contada, muy... y éramos jóvenes y trabajamos muy duro, teníamos que trabajar duro; y entonces sobrevivimos por… gracias a que somos de familia muy... no lujoso y pues podíamos sobrevivir las necesidades.

Tratamos de dormir menos y trabajar a escondidas para comida, conseguir comida; pues eso duró dos años; pero éramos, la suerte teníamos que éramos de familia pobre y estábamos acostumbrados a la necesidad; eso es la verdad; porque los que eran más ricos, más rápido se murieron de hambre porque no podían luchar. Nosotros luchamos por un pedacito de pan, trabajamos a escondidas a la madrugada, escondidos; y allá duramos dos años. Y los que sobrevivimos éramos tres: mi hermano, que está en Estados Unidos, mi hermana y yo: tres, sobrevivientes, y éramos los mayores.

Gracias a mi hermano porque él consiguió un trabajo en un hospital y de allá nos ayudó, empujando un poquito comida que se podía; por eso sobrevivimos los tres muy juntos. A escondidas, pero usted sabe, el hambre allá no faltaba.

En Auschwitz teníamos una pieza en donde dormimos tres horas, y de las 4:00 de la mañana nos llevaron a trabajar, y nos dieron a las 7:00 unos pedacitos de pan, y a la noche otra; con esto trabajamos, de la mañana, de la madrugada hasta tarde. Cargando comida para otros, y distinto. Uno no era especial. Un día teníamos un trabajo, otro día a donde nos llevaron a pie caminando mucho hasta el trabajo, y de regreso.

Entonces estaba un poquito duro pero nos salvamos gracias a la situación que estábamos acostumbrados a trabajar duro, de chiquitos; esto es la verdad, somos de una familia grande y nosotros éramos los mayores, y por eso nos salvamos; y teníamos fuerza, y nos gustó comer y gustó trabajar; porque otra gente era gente que no estaba acostumbrado ni a trabajar, ni sabía qué es el trabajo.

Mi hermano tuvo suerte, consiguió trabajo en un restaurante donde trabajaba, y de allá nos mandaba escondido, arriesgando su vida, un pancito cuando podía.

Cuando se terminó la guerra, entonces estábamos muy lejos de países; tenía que pasar que éramos no sé qué país lejos, y vinieron y empezaron a... recogieron la gente y le hicieron, le pusieron a trabajar otra vez, para - hasta que les dieron, que nos dieron la posibilidad de conseguir un tren para regresar a la casa, porque no se podía conseguir por la situación que era mal todo. Sí, nos tocó durar mucho tiempo, como tres años nos fuimos allá y regresamos. Entonces empezamos la vida otra vez, en la casa en Rumania.

Empezamos allá donde nacimos, a trabajar, y empezamos a conseguir un techo, entonces teníamos edad de – gracias a Dios teníamos edad de fuerza, a trabajar, y cada uno empezamos a conseguir la casita donde vivimos y arreglamos; y así con tiempo todo se olvida. El sufrimiento, teníamos que olvidar, tratamos de olvidar, y empezamos a trabajar cada uno lo mismo como antes. Nos casamos, ya eran señores que eran más libres, y que donde estoy nos casamos; pero también judíos, todos judíos que también regresaron de distinta vida.

Pocos regresaron, porque éramos unas familias no sé cómo... mucho, pues, mucha familia, ¿no? Chiquitos allá creciendo, y ni la mitad regresaron, y demoró para regresar, otro no podía regresar, no tenía plata; otro se consiguió pareja y arregló... Nosotros regresamos porque éramos de una parte, una ciudad chiquita, y conocimos buenos amigos, y nos ayudaron y nos recibieron, y otra vez empezamos la casa, donde teníamos un apartamento donde vivir. Y éramos de edad, y la suerte que, mire, los chiquitos los mataron, los cuatro chiquitos; entonces éramos con fuerza que regresamos, éramos con fuerza y la cabeza, y fuerza para trabajar. Cualquier trabajo conseguimos y trabajamos y cuidamos... nos regresamos a una casita que teníamos un apartamento, dos, entonces empezamos la vida; y era gente que no tenía estos sufrimientos; y nos casamos, todos tres estamos, después cada uno se casó.

Yo no tengo hijos, no tuve y no tengo. Me casé con mi esposo y de principio no tenía hijos, y él no podía tener; y como la situación era así... mucho problema... no... ni empezamos a buscar familia.

El hombre siempre es más fuerte, entonces tratan… y médico, le dieron un remedio para pasarnos un poco tiempo mientras nos adaptamos otra vez a la vida; usted sabe, todavía ahora también hay veces que uno se despierta y entonces no puede olvidar, no quiere; pero gracias a Dios yo tengo remedio y tomo; tomo remedio y entonces uno olvida.

Hay veces que recordamos. Exactamente, cuando uno no puede dormir, recuerda más; días, pasa el tiempo y olvida uno, ¿no? Uno trata de ocuparse, pero la noche es más difícil.

Trato de no pensar, señor, trato de no pensar. Yo le digo la verdad. Trato... uno toma una pastilla para olvidar.

Pero no hay otro que aceptar. Perdonar no existe. ¿Cómo puede...? Imagínese que a usted quieren matar y alguien lo salva, ¿y va a perdonar?... ¿No ve? Eso... Bueno, y ahí nosotros de regreso tuvimos suerte que donde regresamos teníamos, encontramos familia, y nos ayudó para empezar la vida. Muy difícil empezar la vida porque llegamos sin una blusa.

¿Qué hacemos? Perdonamos, porque no tenemos otro modo de liquidar; únicamente olvidar y empezar la vida de nuevo. Esto fue la suerte, yo creo, que por joven, somos joven; así se perdona más, los jóvenes, porque los viejos es un poquito más duro. Nosotros ahí no sabemos, no tenemos aquí… Gracias a Dios que regresamos de Alemania porque aquí encontramos la gente buena que dejamos.