“Ecología de la Paz y Etnocidio” - Ati Quigua
Primer Foro Judicial Internacional - Mg. Ati Quigua

“Ecología de la Paz y Etnocidio” - Ati Quigua

FORO JUDICIAL INTERNACIONAL

“Nuevas Propuestas para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio”

 

Auditorio Benjamín Herrera

Universidad Libre

Bogotá D.C., Colombia

 

Lunes, 22 de septiembre de 2014

Mg. Ati Quigua

Lidereza indígena, ex Concejal de Bogotá

Colombia

 

“Ecología de la paz y etnocidio”

 

Bueno, buenas tardes para todos. Agradecerle a los organizadores de esta importante reflexión, en especial al Dr. William Soto Santiago, por extenderle la invitación a los pueblos indígenas del corazón de la tierra, la Sierra Nevada de Santa Marta. Un saludo para todos y todas.

   Quiero empezar un poco por ilustrar la Sierra Nevada. Vamos a hablar desde la visión de los pueblos ancestrales. Entonces si ya está listo el video, quiero que empecemos con el video.

   He notado, pues, que han sido… me han antecedido muy buenos expositores, que no se ha utilizado casi el video beam, así que trataré de hacer una exposición basada un poco más en la realidad de los pueblos indígenas; y le dejo a los juristas, al final, una reflexión para que ellos desarrollen en materia de Derecho: el tema del etnocidio.

   El tema que he querido plantear en estos 20 minutos, básicamente tiene que ver con: Socializar la cosmovisión indígena.

   La base de la identidad de los pueblos indígenas del mundo, es básicamente la relación con la “Madre Tierra”. Cuando se declaran por primera vez los Derechos Humanos, para los pueblos indígenas este es un concepto nuevo. No existe en ninguna lengua indígena el concepto de Derechos Humanos, porque en la concepción indígena el humano no está por fuera de la naturaleza: somos agua, somos alimento, somos el aire que respiramos, somos hijos de las estrellas, del sol, la luna. Entonces el concepto de los Derechos Humanos también hay que situarlos en la perspectiva de una visión antropocéntrica; es decir, que considera al ser humano como epicentro de todo.

   Cuando surge la ONU, surge por primera vez la necesidad de que los pueblos indígenas incidan en esta tarea de incorporar los derechos de los pueblos indígenas.

   En los años 70, asistieron a Ginebra la primera delegación indígena. En esa oportunidad no hubo ni siquiera espacio para entrar a Naciones Unidas, les tiraron la puerta en la cara.

   Han pasado unos 40 años de este trabajo de los pueblos indígenas, y hasta el año 2007 se declaran los Derechos de los Pueblos Indígenas, que se han ratificado por muchos Estados; algunos Estados todavía no han ratificado los tratados de esta Declaración.

   Y quisiera hacer énfasis en las incidencias que el Movimiento ha tenido en materia de Derecho.

   Primero, el concepto de sujeto colectivo de derecho. Yo pienso que hemos incidido en que se reconozca el concepto de “pueblo”. Pasaron años, incluso, por ejemplo la OMPI[1], en materia de propiedad intelectual, todavía tiene el debate si nos reconoce o no como pueblos.

   Y este es un debate para nosotros central, porque reconocer: primero, que también éramos humanos, obviamente significaba el respeto, la dignidad de los pueblos indígenas. Y haciendo un recuento histórico (para no entrar en detalles), más o menos 60 millones de aborígenes fueron asesinados en tiempo de la Conquista; pero esa conquista todavía no termina, esa conquista todavía continúa.

   También el aporte de los pueblos indígenas en materia de: El debate del Reconocimiento de los Derechos Espirituales; porque para nosotros primero está el espíritu y luego la materia; y el aporte de los pueblos indígenas en materia de derechos ambientales.

   Muchas Constituciones en América Latina le han reconocido derechos a la naturaleza. Es así como en el caso de Bolivia, por ejemplo, hay 11 derechos a la naturaleza; en el caso de Ecuador.

   Ahora bien, hay todavía muchas paradojas en la implementación de estos derechos.

   Por ejemplo, lo que vemos en Bolivia es que entre los avances formales y la realidad también hay una gran distancia.

   En el caso colombiano, en el año de 1991 se reconocen por primera vez los Derechos de los Pueblos Indígenas; y ha habido a nivel formal desarrollos muy interesantes. Sin embargo, quisiera referirme a algunos casos muy concretos:

   Según la Corte Constitucional, los pueblos indígenas están en riesgo de ser exterminados física y culturalmente. El auto 004 del 2008 y 092 del 2009, identifica como las causas de este exterminio: el conflicto armado, la grave situación nutricional y alimentaria, y las vulneraciones a sus derechos territoriales en salud y educación.

   Quisiera detenerme aquí un poco. Durante los ocho años del gobierno de Uribe, según datos de las organizaciones nacionales, más de 1.752 dirigentes indígenas fueron asesinados de manera selectiva y sistemática.

   Quisiera empezar por hacerle un homenaje a: Luis Napoleón Torres, Hugues Chaparro, Ángel María; dirigentes de la Mesa Directiva del Pueblo Arhuaco. Ellos perdieron su vida a manos, pues del conflicto armado y por actores armados ilegales en el Cesar. Y quiero explicar un poco lo que significó para nosotros que le quitaran la cabeza a la comunidad; porque es que nosotros, antes de ser sujetos individuales, somos sujetos colectivos. Todavía no nos hemos reparado de esa muerte.

   Recordar a Kimy Pernía, que fue un líder del pueblo en Embera, que hoy lo vemos mendigando por la calle. Por decir “no” a la represa de Urrá, lo descuartizaron y lo botaron al río, y aún no han devuelto sus restos. Y podría seguir hablándoles de cada caso, pero solamente es para ilustrar.

   Mencionarle el caso de algunos pueblos indígenas en Colombia:

   En la Sierra de la Macarena, donde el ejército y guerrilla libran una guerra a muerte, Sixto Muñoz, último hablante y sobreviviente del Pueblo Tinigua, también libra una resistencia sin precedentes contra el olvido; con tenacidad se aferra a las únicas huellas que quedan de su pueblo y su cultura, representadas en él mismo. Ya es un anciano mayor y, quizá… con él morirá todo un legado ancestral de sabiduría, una cultura, una civilización.

   El Pueblo Kabiyarí: En la frontera del Brasil (occidente del Amazonas) sólo quedan seis personas; viven en la Comunidad Quinché Meta; ellos sufrieron mucho desplazamiento, y como desenlace de su porvenir, varios de ellos se envenenaron por químicos que llevaron grupos del narcotráfico. No quedan niños, apenas sobrevive una de sus autoridades, una anciana, dos mujeres y un hombre joven.

   El Pueblo Karijona: Perviven unas 25 personas. Los pocos que sobrevivieron a la nefasta época de la cauchería están ubicados sobre el Chorro Puerto Córdoba, sobre el río Caquetá, pero aún resalta sus hermosos cantos y danzas.

   El Pueblo Yaunas, el Pueblo Yujú, el Pueblo Wipiwi…

   El Pueblo Amorúa: En el Vichada, que cuenta con una población de unas 500 personas, en su mayoría ha emigrado a zona urbana, especialmente a la capital del departamento, donde recicla basura para sobrevivir; afronta la discriminación racial de parte de otros habitantes urbanos, y eso lo hace aún más vulnerable.

   El Pueblo Wachina.

   El Pueblo Nukak Makú: En el Guaviare los Nukak Makú son el último pueblo nómada. Afrontan su inexorable extinción a raíz del conflicto, el desplazamiento, la pérdida de su  territorio ancestral, la colonización, y enfermedades prevenibles y curables que no son tratadas por falta de atención. Hasta hoy han muerto un 80% de su población desde que fueron contactados en 1988. Viven en precarias condiciones. Sus tierras —según la Defensoría regional— fueron ganadas a sangre y fuego por la colonización, en detrimento de sus derechos. De 450 sobrevivientes, unos 250 permanecen desplazados hace por lo menos unos 6 años.

   Y podría seguir contándoles la historia de cada uno de los pueblos. Colombia tiene 1052 pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes, palenqueras, raizales; tiene comunidades gitanas. Y el tema central hoy son los conflictos ambientales.

   De 1993 al 2011 se expidieron 2.200 licencias ambientales: para explotación petrolera, minera, en territorios indígenas; de las cuales solo fueron consultadas 141. Y estamos hablando de la consulta. La Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas habla del derecho a la consulta, libre, previa e informada. Tenemos todavía muchos desafíos para avanzar en este tema.

   Quisiera mencionarles, en el caso de la explotación del carbón de la Guajira, al norte de Colombia, se gastan 17 millones de litros de agua al día aproximadamente.

   En el año 2013 murieron 3.000 niños wayúu de sed y hambre. Mientras las transnacionales se beben el agua de los territorios, los pueblos indígenas mueren de sed.

   Y es el caso del Casanare, donde se está practicando la fractura hidráulica; que desde nuestra visión y nuestros tratados indígenas, la fractura hidráulica es considerada terrorismo ecológico.

   Porque para nosotros la tierra es nuestra madre, y demoler a dos kilómetros de profundidad las piedras, para nosotros es demoler los huesos de nuestra madre. Por eso en nuestra Constitución propia, tipificamos esto como terrorismo ecológico, y una de las causas de la extinción de los pueblos indígenas.

   Para nosotros la naturaleza es la base de la educación. Por eso hablamos de nuestro kunsan, que significa como aprender a leer los ciclos de la naturaleza.

   En mi cultura el que no conoce cómo leer el territorio, cómo comprender las leyes de la naturaleza, es considerado un analfabeta; y no puede haber educación sin naturaleza.

   Es fundamental en el ámbito internacional, que se considere el tema de los etnocidios, y que en el ámbito académico se estudien los etnocidios.

   En Colombia hay, por la Corte Constitucional, 32 pueblos indígenas; y yo pienso que es necesario reconstruir la historia del etnocidio en América. Por contar algunos episodios, por ejemplo de Norteamérica: Se asesinaron más de 90 millones de búfalos, que era el sustento de las comunidades ancestrales del norte.

   Y bueno, ya les he contado un capítulo de Colombia, pero lo más importante es que nos hagamos una pregunta: ¿De dónde venimos? Para mí América es un parto, es un parto de mujeres nativas. Así veo también a Colombia. Y es necesario reconocer la matriz de origen para respondernos la pregunta: de dónde venimos; y a partir de allí también tener un marco conceptual y un referente teórico también, desde dónde constituirnos como nación.

   Cuando nosotros hablamos de Constitución en la ley de origen, que llamamos: , nos referimos no solamente al libro donde escribimos todos los artículos; nos referimos al imaginario colectivo, a la conciencia colectiva, nos referimos al espíritu que nos une, nos referimos a eso que nos identifica. Y para nosotros, reconocer que todos somos hijos de la tierra puede ayudarnos a construir la humanidad común.

   ¿Qué es lo que nos une? El agua: que nos calma la sed, sin distingos de ideologías, de estratos; la tierra que nos alimenta, el aire que respiramos con las plantas, con los animales; el sol que nos alumbra. Son los elementos comunes que compartimos los seres humanos; y hemos (por siglo) tratado desde lo local, seguir desarrollando nuestra visión y nuestra defensa cultural.

   Hoy desde la Sierra Nevada de Santa Marta queremos invitar en este proceso de paz que vive Colombia, a reconciliarnos con la Tierra; porque para nosotros la víctima de la guerra, la principal víctima de la guerra, es la naturaleza. Y los orígenes de los conflictos humanos más grandes, generalmente son disfrazados por conflictos religiosos, por conflictos políticos, pero son conflictos por los recursos naturales: como el agua, como el petróleo, como el oro; y en la medida en que cambiemos la visión vamos a encontrar una respuesta a los conflictos.

   Entonces, creo que todavía nos hace falta mucho conocer de la ley de origen, de las cosmovisiones ancestrales. Y espero que en nombre de los pueblos indígenas haya sido un momento agradable.

   Quisiera que nos pusiéramos de pie y compartiéramos un saludo esta tarde:

   Cuando llevamos los dedos al centro (les voy a pedir que con las manos llevemos los dedos al centro), lo hacemos cuando tenemos la conciencia de que somos una sola humanidad.

   Llevamos la mano izquierda al abdomen, y es nuestro compromiso de cuidar nuestra semilla humana y la tierra.

   Y llevamos la mano arriba, que es nuestro compromiso de alinearnos con el sol, de llevar su luz; y vamos a decir: “Somos uno, con el agua, la tierra, el aire, el sol; en pensamiento, en corazón, en espíritu y cuerpo, con las plantas, con los animales, con los minerales y la diversidad humana”.

   Lo llevamos al corazón: [Habla en lengua nativa] “Hoy y siempre, infinitas gracias”.

 



[1]   Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Es un organismo especializado del sistema de las Naciones Unidas.