Dr. William Soto | Congreso de Paraguay

Me siento muy honrado al estar entre ustedes en este día y me siento profundamente agradecido de tener esta oportunidad para dirigirme ante este Honorable Foro, representantes de la democracia, con este importante tema de la Paz en Tierra Santa, que también es nuestra Paz.

Hay una democracia en Tierra Santa que tiene que ser defendida. Somos parte de la Comunidad Internacional y no podemos quedarnos callados. Las democracias deben fomentar y proteger la democracia, y que se logre la Paz en Tierra Santa.

Queremos garantizar la existencia del único Estado judío y queremos un Estado palestino independiente y próspero; pero antes, es necesario entender el complejo conflicto árabe-israelí y que el resultado sea producto del diálogo y de un acuerdo bilateral.

Las democracias occidentales, que responden al poder investido en cuerpos como este, deben tener presente lo que la mayoría de sus ciudadanos creen y apoyan. Sus representantes electos serán responsables de decidir si toman una postura a favor de la creación de un Estado de forma unilateral, en lugar de defender el pilar de la democracia en Medio Oriente.

Son los principios de la democracia los que mantienen la paz mundial. Necesitamos más democracias en Medio Oriente, NO menos.

La historia demuestra que los países democráticos buscan la paz y no la guerra entre ellos.

Apoyemos soluciones efectivas y no posturas e imposiciones que no son sustentables. Estemos alertas en no apoyar soluciones que perjudiquen o den marcha atrás al único país pilar de la democracia en la región del Medio Oriente: Israel.

Israel: un país que basa sus principios en crear y mejorar el mundo, es retratado como un agresor cuando ejerce su legítimo derecho a la autodefensa de su existencia. Es bien conocido que enemigos declarados promueven “el borrar del mapa” a Israel.

La identidad judía, con una cultura milenaria, tiene hoy su lugar; un lugar en donde el pueblo de Israel ha vivido, ha desarrollado y ha protegido; ha protegido un patrimonio atesorado por las principales religiones monoteístas, para el disfrute de toda la humanidad. Todo ello ha sido posible porque Israel es un Estado democrático.

Este no es el tiempo de argumentar que la identidad palestina surgió en el siglo XX, a consecuencia de la partición de la tierra. Este tampoco es el tiempo de negociar soluciones basadas en los mapas del mundo de 1947 o 1967; ciertamente el mapa del mundo ha cambiado mucho en estas décadas. Las soluciones tienen que ser basadas en el presente.

Hay espacio donde los judíos y los palestinos pueden coexistir si se crea una solución que garantice la seguridad y existencia sustentable de ambas partes.

Cabe preguntarse si lo que se dice o se hace, el propósito, es el obvio y aparente. El decir: “Yo quiero un Estado palestino” puede ser usado por personas que legítimamente lo desean, pero la manera en que lo hacen puede hacer que ese derecho legítimo sea utilizado para otros intereses. Tiene que haber unas garantías de que el proceso sea el correcto. Más productivo es la afirmación: “Yo quiero un Estado palestino y reconozco la existencia del Estado judío” y viceversa. Sobre estas bases se puede lograr una solución en poco tiempo.

Hacer lo correcto no necesariamente es tomar las posiciones más agradables en cierto momento. Los principios y valores que atesoramos toman relevancia.

La historia nos muestra que una demarcación territorial artificial o política no es sustentable, y así lo vimos en la división política de Berlín. Dividir a Jerusalén en dos, por la historia reconocemos y sabemos que va a fracasar.

Necesitamos una solución que permita existir en paz al único pueblo que histórica, cultural, antropológica y arqueológicamente se sabe que ha ocupado ese lugar en los pasados 5000 o más años. Un lugar que también tiene que ser protegido por aquellos que tenemos nuestros fundamentos cristianos en aquella tierra y los compartimos, sin restar el derecho de aquellos pueblos que quieran coexistir pacíficamente. Nuevamente eso va a requerir unos acuerdos que tienen que ser negociados, no pueden ser impuestos; y es imperativo que la base sea el reconocimiento mutuo.

No hay solución perfecta. La definición de la mejor solución debe ser dos Estados producto del diálogo y negociación entre ambos, y que sea basado en: reconocimiento mutuo, garantías de seguridad y propuestas que sean sustentables.

Defender la democracia es defender la paz entre pueblos y naciones. Un Estado palestino democrático fortalecerá la relación con Israel y se volverá clave en el desarrollo del Medio Oriente.

A las democracias les pido que apoyen la mejor solución que tenemos: fomentar la creación de países democráticos.

A los cristianos, musulmanes y judíos que atesoran el derecho a practicar su fe respetando el derecho de los otros, les pido que apoyen una solución sustentable que tenga las características necesarias para cimentar las bases de la Paz en Medio Oriente.

Los países de América Latina tienen ante sí la oportunidad de emitir su voto con su participación en las Naciones Unidas ante este asunto. Les pedimos que el voto que vayan a emitir, sea un voto responsable, que encauce la mejor solución y no un conflicto mayor.

Paz en la Tierra Santa puede ser y debe ser una realidad, y está en vuestras manos. Que el Eterno les ilumine y les bendiga. Muchas gracias

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Fecha: 
access_time Lun, 10/31/2011 - 00:00