III Seminario Internacional ALIUP - Prof. Viviana Ceverino

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Coordinadora del Programa PEUCE (Programa de Educación Universitaria en Contexto de Encierro)

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional de Cuyo

Provincia de Mendoza, Argentina

Buenos días, les traigo el saludo y el agradecimiento por esta invitación de la Universidad Nacional de Cuyo, especialmente de la Facultad de Filosofía y Letras de la cual yo soy parte.

Mi nombre es Viviana Ceverino, yo soy docente, investigadora en historia, y desde el punto de vista de la gestión coordino el Programa PEUCE, Programa de Educación Universitaria en Contexto de Encierro, de la Facultad de Filosofía y Letras.

Quiero agradecer la invitación de la ALIUP, felicitarlos por la consecución de tan nobles objetivos y también felicitarlos por la organización. Cuando hay tanta gente participando de un evento así, los que por ahí transitamos por diferentes congresos no siempre encontramos la disposición, el buen trato, la amabilidad y la corrección en la organización de este evento.

Bueno, yo les traigo solamente una experiencia para contarles, pero que nosotros creemos que es vital para trabajar por la educación de la paz social.

Es innegable en nuestro país el derecho a la educación de todas las personas que habitan el suelo nacional; derecho que está consagrado en el artículo 14 de nuestra Constitución Nacional y también en la Declaración de los Derechos Humanos.

De este modo, la educación está dirigida “a lograr el pleno desarrollo de la personalidad humana”. Este derecho no lo pierde ningún ciudadano ni ninguna ciudadana por encontrarse en situación de privación de la libertad, ya que el principal derecho del cual se los priva al estar detenidos es el de su libertad ambulatoria, pero no del derecho a la educación; por lo tanto, consideramos que la educación en contexto de encierro tiene que ser solamente una modalidad que ya está contemplada en la Ley de Educación Nacional.

La Ley de Educación Nacional 26.206, que fue sancionada el 14 de diciembre del año 2006, establece en su artículo 17 los niveles y las modalidades que contempla el sistema educativo argentino.

Entre estas últimas se destacan: la educación técnica profesional, artística, especial, permanente, de jóvenes y adultos, rural, intercultural-bilingüe, domiciliaria, hospitalaria y en contextos de privación de libertad.

Esta última modalidad está destinada a garantizar el derecho a la educación de todas las personas privadas de su libertad, con el objeto de promover su formación integral y desarrollo pleno, así como también contribuir a la inclusión social de los mismos, llevando a cabo diferentes acciones y estrategias que le permitan el acceso al sistema educativo y a la vida cultural.

Por esta razón, la educación de los estudiantes privados de su libertad ambulatoria debe ser igual y tener las mismas características que se les imparten en el sistema educativo al mismo nivel. Sin embargo, no podemos dejar de considerar que este universo de estudiantes se encuentra en claras condiciones de vulnerabilidad social.

La seguridad ciudadana es un problema que atañe a la sociedad toda y en Mendoza es un grave problema. Esta permanente preocupación ha motivado la resistencia de algunos sectores a que la población carcelaria goce de los derechos que están legalmente establecidos. Muchas veces se afirma que el encierro es la única respuesta al delito; y si consideramos que en la mayoría de las unidades carcelarias existe sobrepoblación, hacinamiento, violencia, trato indigno, delitos hacia el interior de la cárcel, es frecuente ver la violación de los derechos humanos, no solamente de las personas privadas de su libertad, sino también del personal penitenciario.

Como afirmábamos, la educación es un derecho fundamental que el Estado debe asegurar y garantizar; y de algún modo, este ejercicio es una posibilidad de reducción de su estado de vulnerabilidad y de trabajo para la paz social.

Debemos considerar algunos problemas que se presentan; por ejemplo, que la institución educativa (en este caso la universidad) actúa como una institución dentro de otra, y por lo tanto supone articular marcos normativos y prácticas cotidianas entre el servicio penitenciario y el sistema educativo, que obviamente poseen lógicas diferentes, tiempos diferentes y ritmos diferentes.

Muchas veces se produce un choque entre ambos sistemas, que se complica por el poder asumido por los diferentes actores de las dos instituciones; sin embargo, este desafío en permanente tensión no debe impedir el ejercicio del acto educativo.

Estamos convencidos que al garantizar el derecho a la educación la situación de vulnerabilidad social y cultural se reduce, y en la proyección de estos estudiantes se manifiesta un nuevo proyecto de vida. Llega un momento en que recuperan su libertad ambulatoria, pero ahora lo harán con otra herramienta y con otras estrategias que le permitirán integrarse a la sociedad nuevamente, reduciendo la posibilidad de la reincidencia.

En este marco, el Programa Universitario en Contexto de Encierro tiene como objetivo principal garantizar el acceso, permanencia y egreso, de los ciudadanos y ciudadanas que se encuentran detenidos en las unidades carcelarias de toda la provincia de Mendoza, a las ofertas educativas de la Universidad Nacional de Cuyo establecidas para esta modalidad educativa.

El programa se inició en el mes de noviembre del año 2008 y actualmente son tres las unidades académicas que ofrecen carreras en esta modalidad, sumando un total de once carreras de grado, constituyéndose en una de las ofertas educativas más amplias que existen en todo el país.

La Facultad de Ciencias Políticas ofrece las licenciaturas de Trabajo Social, Sociología, Ciencia Política y Administración Pública, y Comunicación Social. La Facultad de Derecho ofrece Abogacía y nuestra Facultad de Filosofía y Letras, las licenciaturas y profesorados de Historia, Letras y Filosofía.

Alrededor de 200 estudiantes universitarios detenidos ejercen su derecho a la educación pública, acompañados por un equipo de 15 tutores estudiantiles y un grupo de profesores adscritos en las aulas universitarias, en el Penal de Boulogne Sur Mer. Algunos estudiantes ya están en libertad y continúan sus carreras en el campus de la Universidad Nacional de Cuyo.

Con motivo del inicio lectivo, que lo abrimos el 14 de mayo del año 2015, algunos estudiantes manifestaron su sentir con respecto a este programa y yo lo quisiera compartir con ustedes.

Decía Franco, de la carrera de Comunicación Social: «Esto no solo nos abre posibilidades, sino que nos abre otro mundo. Yo agradezco esta oportunidad porque el saber no ocupa lugar y nos ayuda a crecer como personas; pero es necesario el compromiso social para que el Programa crezca y se fortalezca».

Nawel, de la carrera de Letras, instaba a sus compañeros a que no se dejen amedrentar por el contexto: «No es fácil estudiar. No abandonen sus sueños».

Las actividades del Programa comienzan todos los ciclos lectivos con la Expo Educativa en Contexto de Encierro; estas reuniones se organizan en cada una de las unidades carcelarias, en donde se ofrece a los detenidos la oferta educativa de la universidad a través de la organización de diferentes stands, en donde alumnos tutores de las diferentes facultades ofrecen la información.

Posteriormente, los estudiantes se inscriben virtualmente en cada unidad académica y comienza un proceso de ingreso similar al que se desarrolla en el campus universitario.

Con respecto a la Facultad de Filosofía y Letras, en el año 2015 se consiguió un aumento considerable en la matrícula con respecto a años anteriores, teniendo en la actualidad 16 estudiantes. Estos estudiantes están acompañados por alumnos tutores de la Facultad, ellos asisten regularmente al penal y acompañan a los internos en el completamiento de los trabajos prácticos, en el estudio de los contenidos, son los encargados de conseguir todo el material que necesitan y estos estudiantes son seleccionados a partir de convocatorias anuales realizadas por el rectorado de la universidad, que contemplan, por un lado, un concurso de antecedentes, y por otro lado, una entrevista en la cual se trabaja sobre la sensibilidad social necesaria para este entorno.

Por otro lado, otro avance importante es que estos estudiantes comenzaron bajo la figura del alumno libre, mientras que ahora esto cambió y los mismos profesores de la Facultad de Filosofía y Letras van a dictar sus clases al penal de Boulogne Sur Mer con la misma carga horaria que lo hacen en el campus universitario.

Cuando el estudiante se siente preparado para rendir el examen final, nosotros desde la coordinación adecuamos los horarios de consulta y la conformación de los tribunales.

Por supuesto que quedan muchos desafíos (y con esto concluyo). Capacitar a los estudiantes de los diferentes profesorados que se desempeñarán en esta modalidad; porque yo, por ejemplo, soy profesora de práctica profesional en la Facultad y solamente estamos preparando a los chicos para que trabajen en escuelas comunes, con la gran cantidad de modalidades que nos obliga la Ley de Educación Nacional a preparar a nuestros futuros profesores.

En segundo lugar, concientizar a la comunidad universitaria (parte de la sociedad general) que se está brindando el ejercicio de un derecho civil, constitucional y humano, y que la privación de la libertad ambulatoria no impide dicho ejercicio. Y por otro lado, asegurar condiciones materiales y psicológicas adecuadas para que los estudiantes puedan acceder a este derecho efectivamente.

Actualmente existe un pabellón especial de estudiantes universitarios, pero su capacidad excede al de la población estudiantil; esto provoca problemas en los traslados de los internos (que muchas veces no llegan al horario de clases), difícil acceso al material de lectura y una convivencia conflictiva con otros internos que no comparten la valoración de la educación universitaria.

Para finalizar quiero citar a Gladys Susana Blazich en su artículo La educación en contextos de encierro, y dice (cito):

«Estudiar en la cárcel les permite recuperar al menos un derecho negado, el de la educación. De esta manera, el lugar ocupado puede ser no solo el del recluso, sino el del alumno, en un espacio que abre una posibilidad diferente. Quizás aquí pueda radicarse la esperanza en que estos seres humanos se conecten con su propia potencia y originen acciones autohabilitadoras que marquen la diferencia entre su anterior modo de existencia. Estamos seguros que promover la educación en el contexto de encierro suma a la educación para la paz social».

Muchas gracias.