Palabras de Instalación en IV Seminario Internacional de la ALIUP- Mgtr. Rosario Bueso

Mgtr. Rosario Bueso
Decana de la Facultad de Humanidades

Universidad Pedagógica Nacional

 

Muy buenos días, público presente, compañeros de la mesa principal e invitados especiales.

Para la Universidad Pedagógica es de un alto honor convertirse este día en la anfitriona de un evento tan importante como es el de trabajar por la construcción de una Cultura por la Paz.

En nombre de las autoridades, a quienes disculpo en estos momentos: el señor rector, vicerrector académico, vicerrector administrativo, vicerrectora de Investigación y Posgrado, vicerrector de Distancia y la secretaria general; sería de mucho orgullo estar con nosotros esta mañana, pero por compromisos de fuerza mayor, como autoridades han adquirido, para atender a otras actividades inherentes a sus cargos, no pueden estar este día pero me comisionaron para que les diera un saludo y que les diera la bienvenida a esta casa que forma profesores para educar por la paz.

Este es un desafío que tenemos actualmente, no solamente los educadores sino todos los profesionales y la sociedad en general; una cultura a nivel mundial, en donde la violencia es el pan nuestro de cada día, en donde los grupos sociopolíticos, religiosos, por diferentes situaciones ideológicas se enfrentan constantemente no solamente en nuestro país…; porque hay actualmente el gran enfrentamiento religioso que se tiene en los países orientales, y que no solamente es un problema en los países orientales sino que pasó a ser un problema mundial; y por ende, la globalización también nos ha traído ese serio conflicto.

En cuanto a nuestro país, que es donde estamos inmersos todos nosotros, o en América Latina, la construcción por la paz es también el diario vivir; porque existen los serios cordones de pobreza, que son los que en gran medida están marcando esta intranquilidad social. La intervención, el cambio social, que son proyectos divididos en las universidades, deben construirse en este momento como proyectos universales, proyectos para América Latina, para construir una América Latina grande.

¿Y cómo lo vamos hacer nosotros? A través de las universidades. Y estas universidades ¿cómo lo van a lograr? Educando para una Cultura de la Paz.

Dado que los movimientos emergentes aparecen como nuevos actores políticos, estos se convierten en grandes desafíos que obligan a los profesionales y a las universidades a replantearse el concepto que hemos aprendido acerca de la Cultura de la Paz.

Esta ya no puede verse como el conjunto de costumbres o valores, tampoco puede ser el dominio de una sola disciplina en el área de conocimiento. No podemos aislar la práctica y la teoría de asuntos económicos, sociales y políticos. Las crisis sociales, políticas y económicas han permitido al mundo reinventarse. El pensamiento cultural latinoamericano ha partido de las complejidades sociales y políticas de la región. La actual inserción de América Latina en la sociedad global y las nuevas configuraciones de relaciones entre economía y cultura, son parte de ella y nos deben llevar a construir una mejor sociedad.

Dühring plantea que: “Si la cultura es la esfera en la cual las ideologías son difundidas y organizadas, en la cual la hegemonía es construida, quebrantada y reconstruida, por ende, todos nosotros estamos comprometidos a construir una cultura consolidada, solidaria, en donde se propicie la justicia, la paz, la tolerancia, la convivencia y el amor al prójimo”.

Asimismo, Abraham Lincoln afirmó que: “La crisis puede ofrecer las condiciones de posibilidad para romper y dejar atrás el fracaso de las viejas fuerzas atadas al humanismo, estrecho abstracto y tipo de castillo”.

¿Por qué es importante reconocer las ideas de estos pensadores? Cada uno de nosotros en las universidades hemos construido un nicho y nos hemos aislado entre sí. Todos nos preguntamos el por qué tanta violencia en el país, pero también nos preguntamos quiénes están haciendo investigación de las causas de esta violencia. Solo recibimos señalamientos, o los jóvenes reciben señalamientos de ser hijos de hogares desintegrados, de estar incursionando en el crimen organizado, de ser “mulas” (como le llamamos popularmente); pero no recibimos respuestas de las entidades encargadas de generar empleo, de apoyar la educación y la salud, para que estos jóvenes encuentren oportunidades, y así tener una Cultura de Paz.

Porque la Cultura de Paz o la Educación por la Paz no va a ser posible si no se resuelven los grandes problemas sociales. Nosotros siempre hemos leído que hogares disfuncionales han existido desde los inicios de la humanidad. Antiguamente la madre se dedicaba a educar a los hijos porque el papá andaba en las guerras, y esto no dio lugar a estos desafíos que tenemos ahora.

Por lo tanto, las universidades deben convertirse en entes de cambio y constructores de Cultura de Paz, de Educación por la Paz, y no en repetir las mismas palabras que los entes políticos nos dicen todos los días. Porque a veces en los centros educativos nosotros decimos: “No, es que el problema aquí es porque son hijos de hogares desintegrados”; pero no hemos hecho un estudio de cuántos de estos muchachos que participan en estos grupos son hijos de madres solteras o cuántos de padres solteros; o cuántos de estos muchachos que participan en estos grupos son de hogares extremadamente pobres.

Esta semana hemos descubierto que han asesinado a un joven, que todos ustedes leyeron por el periódico, y uno se pregunta: “¿Este joven era tan pobre como para que anduviese asaltando?” Esas preguntas existen y ese es un trabajo o un reto que tenemos desde las universidades, para demostrar que la Cultura de la Paz se construye, en principio, resolviendo los graves problemas que existen en el país.

Yo quiero felicitar a la Embajada Mundial de Activistas por la Paz por organizar este evento y por seleccionarnos como anfitrión.

¿Por qué nos sentimos nosotros más comprometidos? Porque somos la casa de estudios que formamos los educadores de este país; porque este año, en el sexagenario de la Universidad Pedagógica, los retos son mayores; y porque estos eventos nos obligan a trabajar y a investigar para resolver los grandes problemas que tiene la Educación nacional.

¿Y por qué decimos esto? Porque hemos leído esta mañana (todos los que tomamos el periódico) que existen cinco colegios militarizados, porque se han convertido en centros de grupos que comúnmente llamamos “maras”... que no les deberíamos de llamar así para construir una Cultura de la Paz; creo que tenemos que comenzar por cambiar también el lenguaje con el que nos referimos a estos jóvenes que desgraciadamente no han encontrado oportunidades u orientaciones que les permitan construir una Cultura de la Paz, y más bien están construyendo una cultura de la violencia; en donde ya el fin de la educación ha perdido el rumbo y se tiene que reorientar nuevamente el programa educativo. Pero esto no se puede hacer mientras las autoridades que rectoran la Educación Secundaria en este país, y Primaria, no entiendan que no se puede servir una educación por la paz solo del discurso, sino que hay que llevarlo a la práctica.

Actualmente se han dado sendos encuentros para la cultura de educación para la paz, tal como lo plantea Julio Vidanes Díez, plantea que: “La educación para la paz no es una opción más, sino una necesidad que toda institución educativa debe asumir. Los principios para una convivencia pacífica entre pueblos y grupos sociales se han convertido en un imperativo legal. Ahora se trata de conseguir que el derecho formal de la paz se convierta en un derecho real”.

¿Por qué es importante para nosotros manejar que el derecho de la Cultura por la Paz debe convertirse en un derecho real? Estamos actualmente inmersos en una crisis también: que Honduras y muchos países de Latinoamérica no se reconocen por los valores humanos que poseen, sino por los altos niveles de corrupción; que esa es la vergüenza mundial, y por lo que nos reconocen a nosotros –desgraciadamente– en los hermanos países de Latinoamérica y a nivel mundial.

Honduras no sobresale por investigaciones, no sobresale por descubrimientos científicos, no sobresale por proyectos educativos innovadores. Sobresalimos porque convivimos en una cultura de la corrupción. Y esto nos obliga también, desde este ámbito en el cual trabajaremos hoy, a trabajar (valga la redundancia) por eliminar la corrupción; porque si nosotros eliminamos la corrupción vamos a tener un mejor proyecto educativo, un mejor proyecto de salud, un mejor proyecto por la paz.

Al igual que Julio Vidanes Díez plantea que: “Debemos trabajar la educación para la paz con los valores implícitos, como la justicia, democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad”; la educación en valores es un factor importantísimo para conseguir la calidad que propone nuestro sistema educativo; y nuestro sistema educativo no solamente se refiere al sistema educativo que se rectora desde el Ministerio de Educación, sino al sistema educativo desde también las universidades. Y las universidades tenemos un mayor compromiso porque se supone que trabajamos tres factores muy importantes: docencia-investigación, extensión y vinculación social, y además también trabajamos la gestión; entonces desde ahí estamos comprometidos a construir una Cultura de la Paz.

Para cerrar mi participación, queremos decirles que nosotros estamos comprometidos como universidades a formar profesionales para que se enfrenten a nuevos escenarios de la agudización de la pobreza y la exclusión social, del surgimiento de nuevas configuraciones familiares e identidades juveniles,  adaptarse a las aceleradas transformaciones culturales y educativas, y a los modos de procesar el conocimiento y la información; que, de acuerdo con Lea Fernández Bendred, esta puede ser una nueva oportunidad para desarrollar nuevos conocimientos, esquemas de percepción, clasificación y acción, para asumir el control sobre su práctica y mejorar las experiencias ocupando un rol protagónico en la transmisión y producción cultural, construyendo un nuevo sentido para la tarea de enseñar, encaminados a construir la paz a través de los grandes valores universales: la tolerancia, el respeto, la convivencia, la honradez, la lealtad; y el compromiso personal, familiar, cultural y social; y así construir un universo mejor, que nos lleve hacia la paz universal y la convivencia, también universal.

Nuevamente doy la bienvenida y un saludo; y esperamos que nosotros podamos elevar, como resultados de estos análisis, hacia las entidades gubernamentales, proyectos que se puedan desarrollar en los diferentes niveles sociales, y sobretodo, en la educación nacional del país para construir la paz; y que desde las universidades nosotros nos convirtamos en los guías e impulsores de una cultura y educación por la paz.

Muchísimas gracias.