“Las universidades en el compromiso de la sostenibilidad del ambiente y la protección de los Derechos de la Madre Tierra”. - Abogada Linda Rivera Lobo

Abogada Linda Rivera Lobo

Representante del Comisionado de Derechos Humanos

 

Buenos días a todos y a todas, todos los catedráticos universitarios, autoridades universitarias, mis compañeros ponentes, estudiantes y todas las personas que están presentes.

Les traigo un mensaje de todos los funcionarios y empleados, todos los que trabajamos en el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, un mensaje para el respeto de los Derechos Humanos, con la finalidad de construir una Cultura de Paz en Honduras. Eso es lo que trabajamos en nuestra institución: respeto de los Derechos Humanos.

En relación al tema que se me asignó, quiero mencionarles que el derecho al disfrute de un ambiente sano, es un derecho de tercera generación. Como muchos de ustedes conocen, los Derechos Humanos están divididos en este momento en tres categorías o generaciones, pero dicen que viene una cuarta más.

El derecho al disfrute de un ambiente sano está en la tercera categoría. Como todo derecho, hay un titular, que es el sujeto activo, y hay también el sujeto pasivo, que es quien puede violentar ese derecho.

Es un derecho humano; como característica esencial es la complejidad de su reclamación. Todos los derechos humanos tienen una situación bien especial: cómo reclamarlos; pero el derecho al disfrute de un ambiente sano tiene una especial característica: que es bien difícil hacer su reclamación.

El sujeto activo puede ser una comunidad o una colectividad de personas, o una persona que se vea afectada individualmente por un daño ambiental específico; y el sujeto pasivo es aquel que está ocasionando el daño; puede estar identificado o desconocerse por completo.

Algunos juristas hablan de los derechos de la naturaleza, pues consideran que el sujeto activo no es solamente el ser humano sino también la naturaleza; idea compartida por los ambientalistas, que sostienen que la naturaleza es un bien jurídico distinto de los demás, y por ello se necesita una tutela diferente, en la que deben involucrarse las personas naturales y hasta todas las entidades que existen dentro de la sociedad; incluso las educativas, especialmente las de nivel superior. Mire qué interesante lo que afirman los ambientalistas.

Para lograr la efectividad de este derecho al disfrute de un ambiente sano, deben participar todos. Las universidades tienen un papel preponderante.

La pregunta que surge inmediatamente es: ¿De qué forma las universidades pueden realizar esa función de protección de la naturaleza? ¿Qué podemos hacer dentro de los centros de Educación Superior? Es la pregunta básica. Tenemos muchas respuestas.

Hay una forma que permite a las universidades cumplir con esa función protectora, y es mediante la incorporación de la dimensión ambiental o ambientalización al sistema de sus actividades; lo que significa, vincular las labores universitarias a la solución, o por lo menos minimización, de los principales problemas ambientales.

Esto es interesantísimo porque le da un papel importantísimo a las universidades en la solución de la problemática de los problemas ambientales.

En las universidades, sobre este tema se difunden experiencias exitosas, y se discuten, analizan y planifican mecanismos de articulación interinstitucional, con el fin de maximizar el aporte de la Educación Superior en la sostenibilidad, gobernanza y políticas ambientales nacionales.

En Honduras, no todas las universidades (sobre todo las más antiguas) han incluido el tema de la ambientalización en su currículum; pero hay un reconocimiento general al papel de las universidades que han desarrollado en la cultura ambiental de los países; ello desde que se incorporó la dimensión ambiental al quehacer de las universidades.

También se ha reconocido la labor de la Educación Superior en el proceso de implementación de políticas nacionales en materia ambiental, en la mayor parte de los países de este continente, y en las estrategias orientadas a la adopción del cambio climático.

En algunos países de América las universidades han contribuido de gran manera a crear políticas nacionales ambientales; con sus estudios científicos y sus experiencias, han contribuido también a adoptar medidas para mejorar el cambio climático del que todos conocemos.

No se puede dejar de reconocer el aporte de innumerables universidades en la construcción de capacidades y la producción de conocimiento en este tema. Eso es fundamental, la producción del conocimiento; como todo el mundo sabe, el producto de la investigación nace en las universidades, donde se crea el conocimiento es en las universidades y ahí es donde se ha dado solución a muchos problemas ambientales.

En muchas universidades de América, desde hace 20 años se incorporaron temas ambientales en el currículum; sin embargo, en otras, la presencia de la dimensión ambiental solo ha sido un privilegio de las carreras relacionadas con las Ciencias Biológicas.

Por desgracia, en nuestro país, en algunas de las universidades hasta hace poco se ha incluido la materia ambiental, el estudio de la materia ambiental como ciencia, para proveer a solucionar los problemas que se suscitan dentro del país.

Las nuevas corrientes sobre calidad de la Educación Superior propugnan porque esta educación sea acorde a la demanda social que se exige; entre otros, la incorporación de los problemas ambientales a las aulas. Es fundamental que dentro de las aulas se estudien los problemas ambientales; y se trate –con el conocimiento y la investigación– de darle solución.

En algunas universidades hay programas de formación general, denominados Cultura Ambiental, como contenidos teóricos y salidas de campo, desarrollo de investigación de problemas o potencialidades propias de la zona; lo que significa, involucrar a los estudiantes con la realidad de la naturaleza para reconocer sus problemas y participar en su solución.

Los estudiantes pueden ser un elemento fundamental en la solución de los problemas ambientales, siempre que desde sus aulas empiecen en ese conocimiento.

Las nuevas corrientes sobre calidad de la Educación Superior, propugnan por su pertinencia o coherencia con las demandas sociales; por ello, los problemas ambientales se tiene que abordar desde las aulas.

Esto es importantísimo, hacer conciencia de que estos problemas que vivimos actualmente, como el cambio climático, debe ser abordado desde las universidades.

La responsabilidad socioambiental universitaria requiere que el currículo de formación profesional incorpore la dimensión ambiental, para que los nuevos profesionales cuenten las competencias necesarias para actuar con suficiente información, y bases científicas y tecnológicas en la solución de los problemas socioambientales.

Algunas universidades han incorporado programas de formación ambiental general, con varios fines; entre ellos, la formación humana de los profesionales, la sensibilización de los alumnos y docentes en carreras como las ingenierías, las administraciones, el Derecho, entre otras; incorporando contenidos teóricos a través de análisis de casos, con ayuda de videos, informes, lecturas, exposiciones, publicaciones sobre noticias vinculadas a la materia ambiental.

Esto viene siendo el traslado del aula a la realidad, para evidenciar las potencialidades que gestan o crean el desarrollo, sin subestimar la gran estima que tiene la biodiversidad, explicando su real valoración hegemónica en clases prácticas donde se rescata la importancia de lo natural frente a la agitada vida urbana; siempre analizando cómo han variado los ecosistemas, a veces en perjuicio de la humanidad.

Debemos conocer desde el ángulo de la universidad, de los estudios universitarios, cómo está nuestra biodiversidad, cómo se ha desarrollado y cómo se ha deteriorado también; y los problemas que conlleva y que tenemos que solucionar como hondureños.

En estos programas universitarios, el proyecto de investigación es de suma importancia porque los alumnos en grupos pueden escoger un problema ambiental, y analizarlo con todas sus facetas y en sus potencialidades, determinando el grado de afectación de los ecosistemas; y con un cronograma y asesoramiento de expertos, pueden iniciar un diagnóstico ambiental que puede comprender el marco teórico, las causas del problema (que pueda surgir o que ya existe), propuestas de solución y la intervención práctica como medio de colaboración.

Se puede trabajar con instituciones del Gobierno, protegiendo áreas verdes, áreas municipales, de los mismos centros educativos como los campos universitarios, e impartiendo educación ambiental entre otras actividades. Esto es: aprender haciendo, incorporando al programa la enseñanza-aprendizaje vinculada a la propia experiencia, con actividades investigativas de proyección y extensión universitaria.

Es importante aquí, una vez expuesto lo anterior: ¿Qué políticas tiene que adoptar las universidades en materia ambiental? De estudios que se han hecho en universidades de América y de otros continentes, se ha logrado establecer que deben fijarse ciertas políticas en esta materia dentro de las universidades.

Los lineamientos relacionados con la perspectiva ambiental que deben desarrollar las universidades, debe referirse a su rol como impulsora de condiciones ambientales saludables para los miembros de la comunidad, dentro y fuera de sus campos; y deben dirigirse a restringir o minimizar el impacto de los procesos cotidianos de producción de servicios y bienes sobre el ambiente.

Deben tener además, como función principal, crear una cultura ambiental basada en la sensibilidad y conocimiento de la naturaleza, para que todos los integrantes de la comunidad universitaria adopten una actitud de cuidado y uso responsable de los servicios y bienes que nos brinda nuestro entorno.

Hay que valorar y fortalecer ese rol universitario y plasmarlo en acciones concretas, que impliquen abordar la dimensión ambiental de manera independiente en los componentes que se han constituido desde siempre en el quehacer universitario; es decir, formación académica, investigación, gestión y proyección o extensión social. En todas esas etapas que comprende el quehacer universitario debe incluirse el tema ambiental.

¿Qué políticas deben seguirse?

  1. Debe tenerse una formación ética ambiental a través de la incorporación de contenidos ambientales en el proyecto educativo de las carreras de pre y posgrado. Todas la carreras universitarias deben tener temas ambientales para sensibilizar a los alumnos con esos temas y con la problemática que significa el ambiente.
  1. Deben generar y transferir conocimiento con rigor científico para una mejor comprensión de los problemas ambientales, su mitigación y la adopción favorable de las personas a situaciones cambiantes del ambiente.
  1. Ocuparse por el fomento y difusión de prácticas ambientales saludables y sostenibles en el manejo de la naturaleza, ya sea dentro del campus universitario o fuera de él.
  1. Planificar e implementar medidas para minimizar el impacto de nuestras actividades y propiciar el desarrollo sostenible.
  1. Y por último: Adoptar medidas para reducir, prevenir y mitigar impactos medioambientales derivados de las actividades institucionales.

Como ven ustedes, el quehacer universitario tiene muchísimo que ver con la sensibilización en materia ambiental.

Los conocimientos científicos se adquieren dentro de la universidad, y esos conocimientos científicos sirven para dar solución a todos los problemas ambientales que actualmente estamos viviendo.

Muchas gracias.