Visión Indígena sobre la Producción y Consumo de Alimentos para la Vida - Oscar Fernando Bastidas
Oscar Fernando

Visión Indígena sobre la Producción y Consumo de Alimentos para la Vida - Oscar Fernando Bastidas

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[Saludo en dialecto inga] Muy buenas tardes para todos. Soy el Taita gobernador del Cabildo Indígena Inga, estoy en Bogotá, somos de Putumayo; y vamos hablar de la Madre Tierra.

Yo quiero pedirles permiso a todos, pero a mí me han enseñado que cuando empezamos un evento hay que pedir permiso. No me voy a demorar mucho, pero sí quiero cantarles algo para que tranquilicemos, para que en esta  jornada, en estos seis, siete días nos vaya bien, “pensemos bonito” dicen nuestros abuelos, y ya ahí empezamos “a lo que vinimos” dicen los mayores. Entonces, permiso.

[Interpretación con armónica]

Debíamos demorarnos más, pero también, como lo acaba de mencionar la doctora, el tiempo sí nos limita; y eso hay que cambiarlo, porque si aprendemos y compartimos de todas las culturas que nos acompañan hoy nos llevamos otra idea; y es como un canasto donde recogemos todos los pensamientos y le podemos aportar.

Yo quiero cambiar la dinámica para contar algo que he visto hasta este momento, y si nos alcanza el tiempo contarles sobre una experiencia en Putumayo sobre chagras, chagras indígenas, como lo pueden ver, una experiencia sobre chagras; pero hablar de alimentación es tan transversal en los pueblos indígenas que nos toca hablar de educación, de territorio, de prevención.

Nosotros cuando hablamos de chagras, hablamos de unidades mínimas de tierra donde sembramos diversidad de cultivos y medicinas; y es importante resaltar que hablar de alimentación hay que hablar de prevención.

Generalmente nos han enseñado que cuando estamos enfermos vamos al médico, si no, no vamos; a los pueblos indígenas nos han enseñado que nosotros debemos prevenir la enfermedad, entonces no solamente tomamos medicina los Inga; particularmente a la que yo pertenezco somos hijos de yagé, y tomamos yagé; pero no solamente tomamos yagé para curar la enfermedad, sino también para prevenir la enfermedad.

Y para prevenir la enfermedad hablamos del buen vivir y de alimentarnos bien; pero para alimentarnos bien nos han enseñado los abuelos que hay que aprender a respetar la Tierra; y en eso peca la educación actual.

Yo pienso que toda la Academia tiene una deuda histórica con los pueblos indígenas, porque es más importante saber cuándo llega Cristóbal Colón a saber cuántos pueblos indígenas tienen los países hermanos.

Yo pienso que nos han enseñado mal, y para valer hay que tener un cartón que diga lo que tú eres; y nos hemos olvidado del conocimiento propio o del conocimiento ancestral, de los ciclos de siembra, de los ciclos de producción y de los ciclos de alimentación.

No tengo nada en contra de la academia, pero la FAO, la organización… la OPS creo que es, incluso la ONU, se han equivocado, porque muchas veces discriminan esos patrones de crianza que tienen los pueblos indígenas; y nosotros en nuestro diario vivir usamos el conocimiento ancestral, que es la transmisión de lo propio, de lo vivido.

Mi abuelo se llama taita Justo Cruz Jacanamijoy Mujanajinsoi*, tiene 99 años, y él me enseña que para alimentarse bien hay que cambiar los modelos de aprendizaje. Dice: “Cinco años sentado en la escuela, cinco años sentado en el colegio, y si te va bien otros cinco años sentados en la universidad, y repitiendo lo que otro ya escribió. ¿Cuándo vas a tener tiempo para vivir? ¿Cuándo vas a tener tiempo para aprender? Porque sentado no se aprende”.

Nos han enseñado que solamente son válidos dos sabores con los que vivimos diariamente: la sal y el azúcar; pero no nos han enseñado un tercer sabor, que es el sabor de la transmisión del conocimiento (el sabor amargo que utilizamos los pueblos indígenas); se utiliza trasnochando, curando, pero es la manera de transmitir el conocimiento.

Y más allá de eso, yo pienso que es importante que para hablar de alimentación nosotros debemos valorar el esfuerzo que hacen todos estos encuentros, como las cumbres, los encuentros internacionales; pero también debemos apostarle a valorar lo propio.

El Convenio 169 de la OIT habla del consentimiento previo, libre e informado; el Convenio 164 del 95 (para el caso de Colombia) acepta el Convenio de Diversidad Biológica (el 8J), que habla de la protección del conocimiento ancestral asociado a la biodiversidad. Y así sucesivamente hay normas internacionales que hacen vinculantes a los gobiernos, pero que lamentablemente se quedan cortos en su implementación.

No hay una política pública diferencial, realmente, a que este tipo de conocimiento se respete; y por eso muchas veces nos ha tocado salir a las ciudades y a las calles a aguantar hambre, porque lamentablemente para hablar de alimentación saludable se necesita tranquilidad.

Y primero, hace mucho tiempo llegaron a nuestros territorios por el oro, después llegaron por el petróleo, ahora se dieron cuenta que en las montañas hay coltán, hay cobre y hay minerales que van a enriquecer a unos pocos y van a empobrecer a todos.

Y recuerden que el agua en las grandes ciudades se mantiene porque los pueblos indígenas nos hemos dedicado a proteger, nos hemos dedicado a construir, no a destruir; y para hablar de alimentación necesitamos paz, paz en nuestros territorios. Decía mi abuelo: “Antes no había plata, no había energía eléctrica, no había celular, no había carro, pero había tranquilidad”.

Resulta y pasa que en este momento nos enseñaron a ser consumistas, y pensamos que en los supermercados es donde se hacen los alimentos. Nos han enseñado que el agua es malo, por eso empieza a llover y le dicen al niño: “no te mojes”, como si el agua matara, “no te ensucies”. Nos han hecho enemigo de lo natural y nos han enseñado a ser competitivos.

Nos enseñan el derecho romano, que dice que la tierra es un bien que se puede vender. ¿Y dónde queda la ley natural, el derecho mayor, la ley de origen que dice que nosotros somos hijos de la tierra, que no somos dueños de ella?

Entonces para hablar del tema alimentario tenía que contarles eso; para hablar del tema alimentario, de la soberanía alimentaria, hay que hablar del cuidado de la Madre Tierra, del equilibrio de la Madre Tierra.

No hay una cátedra en las universidades y en las escuelas que hablen de la legislación indígena, que hablen del derecho mayor; y eso también lo reclamamos.

¿De qué sirve que nos reunamos acá si para el Gobierno o los Gobiernos no son vinculantes nuestras propuestas? Debemos hacer que estas  cumbres lleven como un mandato obligatorio a respetar nuestra madre naturaleza, de lo contrario seguiremos desgastándonos. Y yo sí prefiero venir acá y que muchos de mis compañeros vengan para que comenten al igual que yo lo que estamos pasando.

Y aprovecho para decirles que en Colombia nos vamos el 30 de octubre para las calles; todos los indígenas del país nos vamos a las calles a movilizarnos, a decirle al Gobierno que estamos cansados del incumplimiento de los acuerdos e irrespeto por nuestras vidas y la de nuestra Madre Tierra; y que la paz no llega solamente con el cese de hostilidades, de armas; la paz debe llegar también con la implementación de programas, de proyectos para recuperar la destrucción que hicieron otros a nuestra Madre Tierra.

Los desplazamientos no los hemos hecho nosotros, los daños no los hacemos nosotros, nosotros no hemos metido minería en nuestros territorios.

Eso les quería decir, no los aburro más; pero quiero contarles una experiencia que tuvimos en el Valle de Sibundoy y que ha funcionado; y con eso, mis doctores, mis ilustres, no estoy hablando. Yo pienso que si llegamos acá y al contar nuestra experiencias podemos articular muchas cosas, yo pienso que en este canasto podemos cargar todas las propuestas y las ideas, y podemos hablar de muchísimas cosas y llevar nuestras experiencias a nuestros territorios, porque es finalmente donde nosotros las necesitamos.

Y qué bueno contar con ustedes, porque tenemos muchos limbos y muchas preguntas que hacer en temas de la academia; y si podemos interlocutarlo, así lo haremos.

Entonces quiero hablar de Asochagras, la Asociación de Chagras Indígenas Inga del Valle de Sibundoy. (Me voy a poner de pie. Quería ponerme de pie para contarles de esta Asociación).

Nos enseñaron… y no tengo nada en contra de las religiones, pero nos enseñaron que con la educación también nos iban a enseñar a comer; después nos dimos cuenta que era al contrario, nos estaban quitando era nuestro conocimiento ancestral y nos estaban imponiendo otra forma de vida, y nos estaban quitando las dietas alimentarias con las cuales habíamos subsistido de generación en generación.

Nos dimos cuenta que con la alimentación que nos daba el Gobierno, nos estábamos volviendo como indefensos y aparecían nuevas enfermedades que no aparecían cuando no teníamos la implementación del Gobierno; entonces por eso nació Asochagra.

Asochagra tuvo una misión y era la sostenibilidad de las chagras. Uno no solamente necesitaba mirar que hayan fechas especiales para sembrar, sino que las chagras siempre han estado ahí. Y la chagra es “la nevera del no indígena”, así se traduce. Usted cuando va a la nevera, abre y encuentra lo que quiera; nosotros lo encontramos en esa unidad mínima de tierra, sino que no está congelada sino que está fresquita.

Proteger los recursos naturales, medioambiente y biodiversidad. Resulta y pasa que en los territorios indígenas nunca han habido monocultivos de nada. ¿Qué quisimos decir? Que podemos ser sostenibles.

Generación de empleo. Nosotros nunca habíamos sufrido por plata, pero resulta y pasa que ya nuestros territorios todo mundo quiere tener una bicicleta, quiere tener una moto; entonces eso cambia y va en contra de nuestro conocimiento y de nuestra sostenibilidad.

Mejorar la seguridad alimentaria o la soberanía alimentaria. Lo que les contaba, ya no querían comer nuestros propios productos si no había arroz; y el arroz no es de nuestra cultura.

¿Qué hemos hecho? Hemos articulado lo que les contaba. Ahora ya cualquier persona no puede tocar los productos para una siembra; no tenemos nada en contra, pero pues si el abuelo dice: “Usted está enferma, tiene el periodo, no puede ir a sembrar hoy, no puede ir a cosechar, no puede ir a tocar”, eso también mantiene el tema de la protección.

Miren, el objetivo principal de nuestras chagras es producir de manera sostenible la chagra inga, obteniendo productos de buena calidad y cantidad para mejorar la seguridad alimentaria, generar empleo; y nos impulsa hacia los mercados verdes de manera competitiva.

¿Qué nos ha enseñado esto? Anteriormente hacíamos divichido y había una cosa que cambiábamos: si usted tenía poroto o fríjol y yo tenia maíz, lo cambiábamos; mirábamos y así, a un tema de unidad, de compartir. Y volver a imponer este sistema de las chagras nos ha dado nuevamente la posibilidad de que sembremos para no comprar, sembrar para no comprar; y lo que nos queda lo podemos comercializar por lo que no podemos producir.

Estas son las maneras de cómo encontramos los potreros, cómo las hacemos y cómo obtenemos diversidad de cultivos en una unidad mínima de tierras.

Ahí están algunos de los productos que tenemos, y que generalmente también son sembrados y apoyan y aportan todos los miembros de la familia. Lo que permite tener una comida sana, cero químicos. Si tú no le metes químicos al cuerpo, pues vas a evitar muchas enfermedades.

Miren, hay algo que aprendimos, y es que mientras vivamos o kawsay kamayan, mientras vivimos compartimos, mientras vivimos cantamos, pero sobre todo, mientras vivimos proyectamos y prevenimos.

Si nosotros queremos dejarle una herencia a nuestras futuras generaciones, debemos preocuparnos por limpiarnos; para limpiar el planeta debemos limpiarnos nosotros mismos. Nosotros somos como una olla, nuestro cuerpo es como una olla: si le metes, le metes, le metes, y no la lavas, ¿cómo se pone la olla? Se pone sucia, ¿cierto? Así mismo es nuestro cuerpo, así mismo nuestro corazón y así mismo es nuestra mente.

Entonces debemos prevenir para poder curar la Tierra; y para tú decirle a alguien que cambie, tú debes estar bien.

Yo pienso que hay mucha tela que cortar; y como hemos dicho: estamos hablando de paz; y para hablar de paz tenemos que estar bien nosotros mismos. Y los pueblos indígenas hemos dicho: cuenten con nosotros para construir, no para destruir; cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra; y hablar de alimentación es importante.

Yo también pienso que es importante hacer un tema de recuperación de los conocimientos ancestrales; hay que hacer un tema también de transmisión de los conocimientos ancestrales para poder hablar de pervivencia y permanencia.

Yo pienso que no hay que satanizar el tema de los ciclos alimentarios, que no hay que satanizar la medicina; y todo es tan transversal.

Yo pienso que así como es valida la política alimentaria de la FAO, de la OPS, de la ONU, también deben ser válidos los criterios alimentarios de nuestros abuelos. Y que no nos debe dar miedo implementar el tema indígena, porque nosotros no solamente estamos aportándole a nuestras comunidades, también estamos pensando en todas las comunidades en general.

Y esa es una invitación que dicen nuestros abuelos: “Pensando bonito, pensando bonito caminaremos, pensando bonito llegaremos, y así dejaremos una bonita enseñanza”.

Nuevamente, cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra; esa es una enseñanza bonita de nuestros abuelos.

[Se despide en lengua nativa]