“El Estatuto de Roma como instrumento internacional para una justicia universal: fortalezas y debilidades” - Dr. Sergio Muñoz Gajardo

“El Estatuto de Roma como instrumento internacional para una justicia universal: fortalezas y debilidades” - Dr. Sergio Muñoz Gajardo

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Muy buenos días, a todas y todos los presentes. Señor Presidente Ejecutivo de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, don William Soto; señora Directora Ejecutiva de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, señora Gabriela Lara; señoras y señores parlamentarios, magistrados y académicos de Latinoamérica, el Caribe y Europa; invitadas e invitados especiales, señoras, señores, amigas y amigos.

Nos corresponde, en primer término, agradecer dos hechos: primero la invitación cursada al Poder Judicial de Chile (en su oportunidad) por la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, a participar en esta actividad; y en segundo lugar, saludar el interés de todos ustedes por participar de este objetivo que enaltece a cada una de sus personas; por cuanto, cuando hablamos de paz, cuando hablamos de construir, cuando hablamos de ideas en pro de la humanidad, estamos hablando también en beneficio de cada uno de nosotros, pero pensando desde los niños hasta quienes nos sucederán en las generaciones que vienen. Estamos pensando no en el presente, sino que en el futuro.

Se dice que más de haber dos conjugaciones: pasado, presente y futuro, solamente existen dos conjugaciones: que es el pasado (lo que ya se hizo o no se hizo) y el futuro (que es lo que está por venir), por cuanto el presente es una pequeña gota de tiempo; y esa pequeña gota de tiempo va a tener incidencia tanto en lo que hemos hecho como en lo que vamos a hacer. Esta es la pequeña gota de tiempo que tienen ustedes, el aquí y ahora, para dedicarse a este objetivo que ustedes mismos han definido.

Cuando se habla de aspectos sustanciales en nuestras sociedades, como es la Integración por la Paz, llegamos inexorablemente a la Justicia; la que se ha estudiado desde una perspectiva individual, del caso concreto a los casos similares, o cómo esta llega a implementarse en un Estado, en la humanidad, en definitiva, en el mundo entero.

Se plantea, de esta forma, un tema que cruzará a las comunidades, a las sociedades y también a los ordenamientos jurídicos nacionales e internacionales. Se mira desde el deber ser a que se aspira como integrantes de la comunidad. Se llega a plantear la influencia de la moral, el derecho en la justicia y de la justicia en todo el ámbito humano, especialmente en nuestras relaciones con las demás personas. Resulta motivador —y siempre es digno de tener presente— las enseñanzas de los autores clásicos al respecto.

Es así como Sócrates nos indicará que es relevante ver cómo la Justicia se radica o se concreta en las normas jurídicas, las cuales pueden recoger la justicia o puede que no la recojan, pero lo importante es cumplir la ley —dirá Sócrates—, incluso a costa de nosotros mismos; y él hace tributo al cumplimiento de este postulado.

Posteriormente, Platón complementará este discurso y nos dirá que también es muy relevante tener en cuenta lo que es el bien de toda la comunidad, que debe estar presente cuando hablamos de justicia y también cuando hablamos de paz.

Será Aristóteles el que fijará el objetivo más genuino de lo que es la justicia, y que nos alumbrará el camino hasta hoy día; y él pondrá el acento en que la justicia se construye desde la óptica de la igualdad, la no exclusión y la tolerancia, que posteriormente nosotros podremos ver que es lo que va a construir o va a cimentar lo que es una verdadera paz.

Si seguimos este camino, solamente en 1843 se va a hablar de Justicia Social; de justicia social que va a cimentar en lo que es el comportamiento en los Estados, como también internacionalmente el respeto y la prolongación de la justicia en la paz.

Pero el camino seguirá, y hay filósofos (de recién del siglo pasado —en algunos casos, incluso, estadounidenses) que nos dirán que la justicia debe verse desde un nivel de imparcialidad.

La justicia como imparcialidad. ¿Esto qué significa? Que nosotros debemos desprendernos de todo interés cuando estamos construyendo, y ponernos al servicio de los objetivos más sublimes y primarios de cualquier organización humana; eso nos llevará inexorablemente a construir también la paz.

La paz pasa, o es indispensable que se radique en lo que es la justicia; y no se construye justicia sin dos presupuestos básicos: lo primero es la verdad, y lo segundo es que debe primar el interés de la comunidad sobre los intereses individuales; pero fundamentalmente hay que considerar los derechos, libertades y garantías que ya los ordenamientos jurídicos  nacionales e internacionales han establecido para cada persona o para cada ser humano.

¿Y por qué es importante que nosotros reconozcamos todas estas garantías, libertades y derechos? Es porque nos hemos dado cuenta que al violar los derechos y garantías de una persona, estamos violando los derechos y garantías de la humanidad entera.

En cada uno de nosotros,  en cada uno de ustedes, en cada una de todas las personas que habitamos el mundo, se concentra la humanidad entera en sus tradiciones y también en sus avances. Y por ello es que es importante que los derechos fundamentales sean el faro que nos alumbra el camino que vamos a seguir.

Así podemos ver que paz, verdad, intereses colectivos, y posteriormente el respeto de derechos, libertades y garantías individuales —es decir, los derechos humanos—, todo contribuirá a crear un ambiente de paz.

Respetando los derechos ajenos, en realidad estaremos construyendo y contribuyendo a lo que ustedes han denominado: un trabajo por la familia humana.

Pero lo anterior nos debe motivar; nos debe motivar a tratar de ir más lejos, de poner todos nuestros esfuerzos; y nos motivaba recién don William Soto, en orden a que ustedes pusieran todos estos esfuerzos que cada uno trae consigo, y las experiencias y capacidades, en beneficio no de nosotros mismos, sino de la humanidad entera.

Eso es lo que a ustedes de alguna manera les hace distinto y les vincula con el pasado, con el presente, pero fundamentalmente con el futuro: la sociedad que queremos construir y dejar a nuestros hijos.

Y aquí es donde viene el otro aspecto que se empezará a relevar en la época del 70 y que hasta el día de hoy se construye: que es la preocupación por el entorno, la preocupación por la naturaleza, la preocupación por un desarrollo sustentable. Que nos hemos dado cuenta que hay que cuidar la casa para que nos dure; porque si no cuidamos la casa, en realidad esta no la vamos a poder dejar a las generaciones venideras. Este es el respeto por lo que es la naturaleza; y que lleguemos, ojalá, a adquirir la civilidad, el conocimiento y la cultura de nuestros pueblos originarios, que única y exclusivamente explotaban la naturaleza para alimentarse, y no para explotarla desmedidamente; y que pensaban mucho, no en ellos mismos sino que en las generaciones que venían a continuación.

Es increíble que hoy día estemos pensando en cómo ser más cultos, ser más avanzados; y este avance llegue a reconocer lo que es la verdad en el discurso de nuestros pueblos que habitaron esta América morena y también toda la América en general.

Pero muchas personas se han dedicado a explorar lo que está relacionado con esta sustentabilidad, y han puesto el mensaje especialmente en lo que son las niñas, los niños y los adolescentes; y se han preocupado de que ellos tengan un desarrollo apropiado y que nosotros podamos construir un futuro para ellos.

Y durante este año se hacía mención que los países Miembros de las Naciones Unidas han fijado la nueva agenda de Desarrollo Sustentable para los años venideros; entre ellos, y en el número 16, se ha considerado esencial “promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas en todos los niveles”, en la medida que “el fortalecimiento del Estado de derecho y la promoción de los derechos humanos es fundamental en este proceso, así como la reducción del flujo de armas ilícitas y la consolidación de la participación de los países en desarrollo en las instituciones de gobernabilidad mundial”.

Esto está de la mano con lo que ustedes están promoviendo el día de hoy: es cómo nos planteamos como sociedad, cómo construimos y contribuimos. Este desarrollo sustentable también nos dejará en claro que contribuye a la paz. Construyendo sociedades más igualitarias nos enfocaremos en lo que es un objetivo sustancial (como les decía al principio).

Pero no quiero concluir sin antes señalar algo que se dijo el 15 de julio de 1867, cuando el ilustre prócer mexicano Benito Juárez nos exhortó de manera universal para encaminar “ahora todos nuestros esfuerzos destinados a obtener y consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República (y podemos agregar: de todas nuestras naciones y de todo el mundo). Que el pueblo y el Gobierno respeten los derechos de todos: puesto que entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

[Biblioteca digital del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE) http://goo.gl/qxbDSJ]

Este mensaje nos resuena y nos motiva a fortalecer todos los esfuerzos. Y yo les saludo nuevamente, pero quiero tomarme de las palabras de este prócer americano, para decir que: ¡El tiempo es ahora, el tiempo es de ustedes hoy! Las generaciones venideras les reclamarán y les observarán para ver cuál ha sido su contribución en esta materia.

Por eso les reitero mis felicitaciones y espero que puedan compartir con nosotros las conclusiones para llevarlas adelante en lo que nos corresponda como Poder Judicial de la República de Chile. Muchas gracias.

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Fecha: 
access_time Mié, 11/04/2015 - 08:45