“El Delito de Genocidio y su caracterización sociológica y dogmática” - Dra. Yassmín Barrios Aguilar

“El Delito de Genocidio y su caracterización sociológica y dogmática” - Dra. Yassmín Barrios Aguilar

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Buenos días a todos y a todas. Me siento muy honrada por estar en este recinto participando en este evento. Agradezco a la Organización que en esta oportunidad ha hecho posible el que venga a participar con ustedes.

Como ustedes saben, en mayo del 2013 (para ser exactos: 13 de mayo), se dictó una sentencia por el caso de genocidio en mi país. En esa oportunidad integramos tres jueces (por el respeto que ellos se merecen aun cuando no están presentes, hago alusión a sus nombres): la Lic. Patricia Isabel Bustamante García, el juez Pablo Xitumul de Paz, y su servidora Iris Yassmín Barrios Aguilar, quienes integramos el Tribunal de Alto Riesgo en Guatemala. Tribunal que nos corresponde conocer casos de justicia transicional y también casos del presente que están afectando a la sociedad guatemalteca, como lo son casos de feminicidio, asesinatos, asociaciones  ilícitas, lavado de dinero, también todos aquellos relacionados contra la delincuencia organizada, entre otros.

Pero ahora me referiré, en esta mañana, directamente a lo que nos ocupa: lo que es el genocidio.

En Guatemala se suscitó un enfrentamiento armado que comprendió entre 1962 a 1996.

Dentro de ese contexto, a nosotros como jueces nos correspondió juzgar un año de ese enfrentamiento armado; precisamente de 1982 al 1983, cuando gobernó el presidente de facto, José Efraín Ríos Montt; persona quien fue juzgado juntamente con el señor Mauricio Rodríguez por el delito de genocidio y también por los delitos de deberes contra la humanidad.

Dentro de ese contexto nosotros contamos (ya directamente en el área procesal) con varios elementos de prueba. Para que sea más fácil y no aburrirlos, se los iré comentando uno a uno, para que ustedes puedan llegar al final a establecer las razones por las cuales nosotros condenamos.

En principio contamos con peritajes, también con prueba testimonial y prueba documental. Utilizamos el sistema de la sana crítica razonada, fundamentadas en la lógica, la psicología y la experiencia. La lógica, que estudia todo el pensamiento y las normas de pensamiento humano; la psicología, que estudia la conducta humana; y luego la experiencia que tenemos todos los días; y —desde luego— la aplicación de la ley.

En cuanto a peritajes, empezaré por el peritaje histórico. Tuvimos un peritaje histórico abundante, con una riqueza tanto a nivel histórico… producidas por el Dr. Estrada. Él nos contó cómo se desarrolla la civilización de los ixiles, cómo una población civil dedicada a cuidar su milpa, a sembrarla, cómo se desenvolvían sanamente y se desarrollaban dentro de su comunidad, cuál era su forma de proceder de todos los días, cómo se dedicaban a las labores agrícolas; y también nos sirve para entender cómo —equivocadamente— en ese momento la institución armada confundió a los ixiles y llegó a considerar que eran personas que estaban trabajando directamente para ayudar a las personas de la guerrilla.

Esto es fundamental, porque lamentablemente se confundió a la población civil con las personas de la guerrilla. Y a eso se debe a que se efectuaran todo tipo de mortandades y las masacres correspondientes.

Los ixiles eran apegados a su vida campesina, a sus valores esenciales, a la familia; sin embargo, en su momento la institución armada consideró que debería quitarse el agua a los peces, y que debía de atacarse directamente, por considerar que estaban apoyando directamente a la guerrilla. Históricamente ese peritaje nos sirve para situarnos no solo dentro del contexto, sino también para comprender la intencionalidad de la comisión del delito.

Contamos también con un peritaje de carácter (podríamos decir), de carácter psicológico. La doctora que nos dio el peritaje nos explicó claramente cómo había incidido, no solo en las personas sobrevivientes sino también el trauma se ha podido prolongar en el tiempo y en el espacio a los familiares de las víctimas que sobrevivieron y a la sociedad guatemalteca; o sea que se rompió ese tejido interno de la sociedad.

¿Por qué razón se dice que se rompió? Pues, lamentablemente, cuando se producen masacres de esta naturaleza los traumas son de carácter irreparable; o sea, que se puede dar un tratamiento de carácter terapéutico, pero no regresan las cosas y las circunstancias al lugar en que se encontraban antes.

Nos explicaba la Dra. Dupont que se afectó no solo a los sobrevivientes (porque no pudieron cerrar ese círculo de dolor que tenían por la muerte de sus víctimas), sino también se ido transmitiendo de carácter generacional, y se ha también producido en síntomas de depresión, ausentismo y el rompimiento del núcleo familiar. O sea que el daño ocasionado no fue solo para los sobrevivientes de esas víctimas sino también para toda la sociedad guatemalteca.

Contamos con un peritaje sociológico, en el cual se hace un estudio desde la época de la Conquista y cómo se ha producido a través del tiempo diversas situaciones que van afectando a toda la sociedad. Y nos decía la experta en el tema, que la discriminación es la base del genocidio.

Y esto es importante, tomando en cuenta lo que decía mi antecesor, el doctor William Soto: no se debe permitir conductas de carácter de exclusivismo, de discriminación, porque ahí encontramos bases para que se produzca la comisión del delito de genocidio.

Dentro de nuestro análisis también tuvimos la oportunidad de contar con un peritaje de carácter, podríamos decir, sexual, el cual brindó la Lcda. Paloma Soria (ampliamente reconocida a nivel internacional), quien explicó cómo las mujeres habían sido objeto de violación; y aquí traigo a consecuencia y a contar y a relacionarlo: ese dictamen nos permitió establecer una conexión entre las declaraciones rendidas por las mujeres que fueron violadas y el dictamen pericial que ella emitió.

Pueden imaginar ustedes, si una mujer es violada tan solo una vez, eso le va a producir un estrés postraumático que no va a poder superar durante toda su vida; y si este acto irregular e ilícito es cometido varias veces, el trauma es de una dimensión inconmensurable.

Nosotros tuvimos la oportunidad de escuchar la declaración de 12 mujeres que en forma valerosa rompieron el silencio, y en medio de todas las personas (el público que estaba presente) dieron a conocer sus testimonios: la forma en que fueron violadas por personas del ejército. Estas mujeres tuvieron no solo el problema de ser violadas, sino también el después ser etiquetadas dentro de la sociedad, la colectividad en la cual se desenvuelven; y tuvieron el aplomo suficiente para presentarse a declarar y emitir sus testimonios.

Recuerdo una de ellas, que nos indicó que había sido violada por 20 soldados, y fue violada frente a su hija de 12 años; posteriormente la niña fue violada frente a ella. ¿Pueden imaginarse ustedes qué dolor el que esta mujer ha guardado durante todos estos años?

Y así podría contarles de otros testimonios, pero creo que ustedes a través del internet, a través de los medios de comunicación, tuvieron acceso a estas audiencias, que en todo sentido son de carácter histórico, no solo para Guatemala sino para Latinoamérica y, desde luego, para el mundo entero, porque refleja el dolor a que fueron sometidas las víctimas .

Contamos también con un peritaje de carácter estadístico, el cual nos permitió establecer que por lo menos el 0.5 de la población ixil fue objeto de estas masacres.

También tuvimos peritajes de orden antropológico, y pudieron demostrar cómo existieron (en ese tiempo, del 82 al 83) cementerios clandestinos, tanto a nivel individual como de carácter colectivo.

Fue un trabajo acucioso realizado por los antropólogos, en el cual se pudo determinar y establecer cierto número de identificación de las víctimas. Y esto es importante: todavía hay personas que no han sido identificadas, y todavía existe el dolor —por parte de los sobrevivientes— de no poder cerrar su duelo interior: el poder establecer dónde se encuentran sus deutos. Esto es muy importante, porque para cualquier ser humano se necesita saber en dónde se encuentran enterradas las personas a quienes se ama; sin embargo, muchos de ellos no han podido lograr este objetivo.

Dentro de la prueba testimonial contamos con la declaración de más de 100 personas: testigos, que indicaron la forma en que fueron incendiadas sus aldeas, sus viviendas, cómo fueron sacadas las personas, torturadas, a quienes hay casos en los cuales les dispararon y después quemaron los ranchos. Y lamentablemente se estableció que también se dieron casos en los cuales las personas murieron dentro de las llamas, en esos ranchos donde vivían las personas campesinas.

¿Cómo lo podemos nosotros saber? A través de los sobrevivientes, a través de las víctimas, porque en ese momento eran niños, eran niñas que por alguna razón no se encontraban dentro del hogar y que pudieron huir; y ahora después de 30 años pudieron presentar su testimonio ante los tribunales de justicia guatemaltecos.

Tuvimos unos testimonios... Todos, todos fueron muy importantes, y nos llevaron a tomar la decisión que en su momento ustedes conocen; pero quiero comentarles uno que para mí, en calidad tanto de mujer como de jurista, me conmovió muchísimo.

Una señora salió de su aldea junto con la población en la cual se desenvolvía, y les habían indicado que ya venía el ejército. La señora tenía a su bebé, de aproximadamente un mes de nacido, y el bebé empieza a llorar; y en la angustia (la población) de salir para evitar ser masacrados, la señora le coloca un pañal al bebé para que no llorara, porque si lloraba iba a delatar a todo el grupo y los iban a matar.

Caminan en la noche, desplazándose en las circunstancias que pueden imaginar ustedes en medio de esa angustia y persecución; y cuando ya se habían desplazado algunos kilómetros, la señora le quita el pañal al bebé; el bebé ya no llora... ¿Pueden imaginar ustedes el dolor guardado en el corazón de esta mujer? Su bebé murió, y murió precisamente por esa persecución a la que fueron sometidos. Ella en su ánimo de ocultar que estaban huyendo le puso el pañal, pero no se dio cuenta que el bebé ya no respiraba.

Y así escuchamos otros testimonios también. El de un niño que (ahora es un hombre, desde luego) tuvo que salir de la población; y a inmediaciones de la localidad donde vivía fue tomado por el ejército. Fue trasladado a una de las viviendas de uno de los oficiales, después trasladado a la ciudad; y nos contaba que él no entendía el español, solo hablaba su idioma materno; sin embargo, fue sometido a dejar de comunicarse con los demás. Y durante mucho tiempo, pasaron años, y hasta… posteriormente pudo encontrarse con uno de los miembros de su familia.

En el caso que a nosotros nos correspondió juzgar, encontramos que se dieron todos los elementos que tipifican el delito de genocidio según la legislación guatemalteca. Se dieron masacres de carácter colectivo, se dio la desaparición de niños y traslado hacia otros lugares, también se dio el abuso sexual hacia las mujeres, violaciones indeterminadas…; se dieron todos los elementos del genocidio.

Dentro de la prueba documental merece la pena mencionar el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico y también el Informe de REMHI realizado por la Iglesia Católica. Ambos informes han servido para situar a los juzgadores dentro del contexto en que se produce el genocidio.

Contamos con una gran cantidad de prueba documental, pero merece la atención que me refiera a los planes del ejército: el Plan Victoria 82, en el cual se dice claramente que se considera a la población ixil como objetivo, por ser, como les decía al principio, personas que estaban prácticamente (según la institución armada) apoyando al ejército; y he allí el error, se trataba de población civil. También contamos con el Plan Victoria 83, que prácticamente es un enlace de la ejecución de estos planes para acabar con este tipo de población que está “ayudando a la guerrilla”; y el Plan Sofía, que es directamente ya como un resultado de esa ejecución.

Esos tres planes son importantes, nosotros los analizamos en su momento, y llegamos a constatar que coincidían con la prueba testimonial y también con los peritajes que tuvimos a la vista.

¿Por qué nos correspondió a nosotros juzgar el caso del genocidio? Durante muchos años en Guatemala las personas no tuvieron acceso a la Justicia, y las víctimas tuvieron que ir la Corte Interamericana de Derechos Humanos para pedir que se les hiciera justicia; y es hasta en ese momento cuando se emite una resolución en la que se obliga al Estado de Guatemala para que cumpla con su obligación de investigar, juzgar y sancionar a las personas que han cometido esta clase de delitos.

Al emitirse esta resolución por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Estado de Guatemala se compromete a cumplir con ella; y es la Corte Suprema de Justicia, a través de Cámara Penal… y hago un reconocimiento especial al doctor César Barrientos (quien en ese momento era magistrado de Corte Suprema de Justicia, y ahora ya ha fallecido), quien se ocupó de dar cumplimiento a la resolución emanada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Es así como el Ministerio Público cumple con su obligación de investigar y presentar elementos de alta prueba, de alta consistencia; y a nosotros los jurisdiccionales (con el cual yo trabajo) nos correspondió llevar a cabo este juzgamiento.

Seguramente ustedes se preguntarán qué resultados se han producido. Pues lógicamente el Sistema de Justicia guatemalteco creció. Con pocos recursos humanos y materiales juzgamos esta clase de juicios, que son importantes, no son solo para nuestro país sino para toda la humanidad; cumplimos con los estándares internacionales, aplicamos los principios de inmediación, de concentración, de celeridad, de economía procesal, y de juzgar dentro de un plazo establecido.

También tuvo otros efectos más: que se conociera la historia reciente de Guatemala, lo ocurrido durante el conflicto armado, aun cuando les digo que fue solamente un año. Habrá seguramente que juzgar otros casos más, posiblemente de la misma naturaleza o similares.

Se dio la oportunidad para que la población guatemalteca (niños, jóvenes, adultos) conocieran lo que es nuestro pasado reciente. También, para las escuelas, colegios, universidades, tener la oportunidad de conocer la historia en vivo; porque no solo es el aspecto judicial, sino el aspecto histórico, social y político de mi país.

Otros efectos más: la riqueza cultural. Las personas que se presentaron a declarar, en su mayoría hablan lenguas o idiomas maternos; y eso también nos permitió la utilización de intérpretes para conocer, comprender, su idioma materno, y para que los juzgadores pudiéramos escucharlos.

También se produjo una catarsis: las víctimas tuvieron la oportunidad de expresar lo que les había ocurrido. Recuerdo que una de las mujeres, cuando terminó de dar su testimonio dio las gracias al tribunal y dijo: “Me siento más tranquila ahora que ustedes me han escuchado, ahora que les he podido decir todo lo que me ha ocurrido”.

Más allá de los aspectos procesales y técnicos: el hacer justicia. Guatemala reconoció que en nuestro país es posible hacer justicia, que todavía existimos jueces y juezas honradas, obedientes únicamente a la Constitución y a los Tratados internacionales; que los jueces tenemos que ser personas líderes dentro de nuestra comunidad, capaces de resolver los problemas que se nos presenten, sin injerencias ni intervenciones de cualquier orden político o económico.

¿Qué es la justicia? Es simple y sencillamente dar a cada persona lo que le corresponde; y nosotros precisamente todos los días hacemos justicia. Posiblemente este caso fue el que llevó a que se conociera más sobre nuestro sistema judicial, pero todos los días —aun en el silencio y aun cuando los personajes no tengan tanta historia— a todas las personas estamos llamadas a hacerles justicia; no podemos tener preferencia por ningún grupo.

Se hablaba de independencia, y durante todo el proceso nosotros hicimos valer nuestra independencia judicial.

Fue un proceso difícil. No en sí por el aspecto procesal sino por la coyuntura que nos rodeó en su momento. Se pidió... Incluso fuimos antejuiciados los jueces; durante todo el tiempo fuimos objeto de presión en - sobre todo, de orden mediático; pero eso no hizo ningún obstáculo para que nosotros cumpliéramos con nuestro deber de garantizar justicia.

Quiero agradecerles la oportunidad y la cercanía que me han dado para hablar sobre este tema. Muchísimas gracias.

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Fecha: 
access_time Mié, 11/04/2015 - 09:15